Casas, Bartolomé de Las (1484-1566),
fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México) y
gran defensor de los indios. Nació en Sevilla no en 1474, como se creyó
mucho tiempo, sino diez años después como consta en la única declaración
que sobre su edad nos dejó el propio Las Casas. Su padre, Pedro de Las
Casas, mercader de profesión, era oriundo de Tarifa (Cádiz) y según se
cree de familia conversa. Madre de Bartolomé fue Isabel de Sosa. Entre
los parientes más cercanos de la familia estaba el capitán Francisco de
Peñalosa, amigo de Cristóbal Colón.
De sus primeros recuerdos sobre el
Nuevo Mundo, retenía en la memoria la imagen de aquellos siete indios,
que acompañaban al descubridor el 31 de marzo de 1493 en Sevilla, "los
cuales yo vide en Sevilla y posaban junto al arco que se dice de las
imágenes, situado junto a la iglesia de San Nicolás. Llevó papagayos
verdes, muy hermosos y coloreados y guaizas, que eran unas carátulas
hechas de pedrería de huesos de pescado". Su padre, Pedro Las Casas, y
uno de sus tíos, Francisco de Peñalosa, se embarcaron en 1493 para el
Nuevo Mundo formando parte del segundo viaje colombino. También
recordaba que, en junio de 1496, vio regresar a Colón de su segundo
viaje, vestido de franciscano. En 1499 regresó su padre con un indio
esclavo que se lo había regalado Colón y que pasó a disfrutarlo
Bartolomé hasta que en 1500, por orden de Isabel la Católica, fue
devuelto a su lugar de origen, junto con otros indios que habían sido
llevados a España. Sabemos que durante los tres primeros meses de 1500
se desplazó a Granada para colaborar, como auxiliar de las milicias
sevillanas, en el sofocamiento de la rebelión de los moriscos. Se ha
especulado mucho acerca de sus estudios. No consta que acudiera a la
Universidad ni que poseyera el título de licenciado cuando se embarcó
para las Indias en 1502. Más probable es que estudiara en algún colegio
de Sevilla latinidad y humanidades.
A principios de 1502, Bartolomé de Las
Casas, acompañando a su padre y a su tío, se embarcó para La Española en
la flota del nuevo gobernador Nicolás de Ovando. En esa fecha, aunque se
ha venido sosteniendo lo contrario, parece que Bartolomé todavía no era
clérigo, y sus intereses eran más económicos que religiosos. Actuaba
como un colono más: fue minero y encomendero en La Española, además de
colaborador en las guerras de Jaraguá y del Higüey. Tuvo hacienda e
indios en las orillas del río Janique y hasta 1514 siguió siendo
estanciero. Entretanto, en 1507, regresó al Viejo Mundo y marchó a Roma,
donde recibió las órdenes sacerdotales. Sin embargo, esperó hasta 1510
para cantar su primera misa en Concepción de la Vega. En la primavera de
1512, tras vender su hacienda, se unió a la conquista de Cuba, como
capellán de los conquistadores, y recibió una buena encomienda que
atendió hasta 1514. Será a mediados de este año cuando Las Casas viva su
primera conversión y renuncie a los indios de su repartimiento por
razones de conciencia. Estaba convencido de que debía "procurar el
remedio de estas gentes divinalmente ordenado". Se sentía predestinado
para esta misión.
Vuelto a Santo Domingo, estableció
contacto con los dominicos. Fray Pedro de Córdoba decidió enviar a
Bartolomé, junto con Antonio de Montesinos, a España para denunciar la
encomienda y sus abusos. Las Casas y Montesinos pudieron entrevistarse
el 23 de diciembre de 1515 con Fernando el Católico, ya muy enfermo.
También hablaron con el obispo Rodríguez de Fonseca que no les concedió
mayor atención. Mejor suerte tuvieron al dirigirse al cardenal Jiménez
de Cisneros y a Adriano de Utrecht, el futuro papa Adriano VI, con los
que discutieron algunos remedios, como enviar a Santo Domingo a tres
frailes jerónimos en calidad de gobernadores. Las Casas les acompañaría
como asesor y por esas mismas fechas fue también nombrado "procurador o
protector universal de todos los indios de las Indias".
De regreso nuevamente en La Española,
en 1517, los jerónimos entraron pronto en conflicto con Las Casas y los
dominicos, quienes volvieron a enviar a Bartolomé a España. El 19 de
mayo de 1520 obtuvo en La Coruña una capitulación para llevar a cabo un
proyecto de colonización pacífica en la costa de Paria, actual
Venezuela. A principios de 1521 emprendió viaje con sus labradores
españoles hacia San Juan de Puerto Rico. Su idea era establecer en Paria
a esos labradores y propiciar de manera pacífica el acercamiento a los
indios que, conservando plenamente su libertad, escucharían la
predicación del Evangelio y, sin violencia alguna, como la gente de
otros muchos lugares, aceptarían al rey de España como el suyo propio. A
finales de 1521, tras fracasar, reemprendió viaje a Santo Domingo.
Un año después, Las Casas decidió
ingresar en la Orden de Predicadores. A esta iniciativa se la denomina
su segunda conversión. La vida conventual le proporcionó a fray
Bartolomé tiempo para el estudio y la iniciación de sus primeras obras
escritas. Estuvo hasta 1526 en el convento dominico de la ciudad de
Santo Domingo, y en ese año se le encomendó establecer otro convento en
Puerto Plata. Además de algunos memoriales que había redactado ya
haciendo denuncias y proponiendo remedios, dio entonces comienzo a su
Historia de las Indias, que habría de prolongarse hasta 1552, por lo
menos.
A partir de 1531 comenzó a predicar en
Puerto de Plata contra los colonos españoles, los cuales consiguieron
que sus superiores lo trasladaran a Santo Domingo. En esta capital, en
1533, consiguió la rendición del cacique Enriquillo, sublevado desde
1519. A finales de 1534, fray Bartolomé y otros tres dominicos
emprendieron un viaje al Perú para trabajar en defensa de los indios y
fortalecer también las actividades de su orden. Una serie de
dificultades impidió a Las Casas llegar a su destino. En lugar de ello,
estuvo en Panamá, Nicaragua y México (1536). De allí pasó a Guatemala,
en donde residió poco menos de dos años. En ese lugar escribió otra de
sus obras más importantes, la intitulada De unico vocationis modo,
conocida en español como Del único modo de atraer a todos los pueblos a
la verdadera religión. En ese largo tratado la tesis central era que la
única forma de promover la conversión de cualquier ser humano no era
otra que la vía de la persuasión y jamás valiéndose de las armas o de
cualquier otra manera de violencia. Proceder así sería actuación "temeraria,
injusta, inicua y tiránica". En paralelo con lo que escribía, acometió
entonces el proyecto de penetración pacífica en la región de Tezulutlán,
considerada hasta entonces como tierra de guerra en Guatemala. La
entrada en la que se llamaría la Vera Paz, implicaba la prohibición de
que ningunos otros españoles podrían pasar a ella en tanto que allí se
efectuaba la conversión de los indígenas en términos del único modo de
atraer a todos los pueblos a la verdadera religión, por medio del
diálogo y la persuasión.
En 1538 el padre Las Casas y su
secretario el padre Rodrigo de Ladrada, viajaron a México para
participar en el capítulo de la orden dominica. Concluido éste, ambos se
embarcaron con rumbo a España. Allí, a principios de 1540, Las Casas
obtuvo que se expidieran varias reales cédulas que favorecían los
trabajos de su misión en Tezulutlán. Por ese tiempo escribió su célebre
Brevísima relación de la destrucción de las Indias, así como la obra que
se conoce como Los dieciséis remedios para la reformación de las Indias.
Residiendo en Valladolid, estuvo en contacto con el emperador Carlos V
(el rey español Carlos I), al que había conocido veinte años antes. Éste,
prestando oídos a las demandas de Las Casas, convocó a las que se
conocen como Juntas de Valladolid en las que fray Bartolomé, según se
dice, presentó su Brevísima relación de la destrucción de las Indias y
los ya mencionados Dieciseis remedios.
Consecuencia de lo que allí se
discutió, fue la promulgación el 20 de noviembre del mismo 1542 de las
que fueron conocidas como Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la
esclavitud de los indios, se ordenaba además que todos quedaran libres
de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la
Corona. Se disponía además que, en lo concerniente a la penetración en
tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos
religiosos que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a
cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su
conversión.
Al año siguiente, en marzo de 1543, el
emperador presentó a fray Bartolomé de Las Casas al papa como candidato
al obispado de Chiapas. Disposición complementaria fue la de incluir
dentro de los límites de su diócesis la región de Tezulutlán donde se
desarrollaba el proyecto de penetración pacífica concebida por fray
Bartolomé. Consagrado obispo en la capilla del convento de San Pablo en
Sevilla, se embarcó en julio de 1544 con rumbo a La Española de donde se
dirigió a su diócesis en una travesía que lo llevó a desembarcar en
Campeche. Establecido ya en Ciudad Real de Chiapas, quiso enterarse
desde un principio acerca de la conducta de sus feligreses con los
indígenas.
Redactó entonces los doce puntos de su
Confesionario que publicaría más tarde con el título de Avisos y reglas
de confesores. Al percatarse de la situación imperante en Chiapas,
dispuso que nadie pudiera absolver a quienes tuvieran indios esclavos.
Esto provocó reacciones extremadamente adversas. Las Casas excomulgó a
los encomenderos y a quienes se oponían a lo dispuesto por él. Tras
visitar la región de Tezulutlán, se trasladó a México para participar en
una Junta de Prelados y religiosos que allí se celebró. En esa Junta
tuvo un enfrentamiento con el virrey Antonio de Mendoza que se oponía a
dar entrada a la cuestión de la esclavitud de los indios. En busca de
apoyo a las tesis que defendía y asimismo a la misión de Tezulutlán,
viajó nuevamente a España a principios de 1547. Residiendo en Valladolid
continuó la redacción de su Historia de las Indias.
Consecuencia de las gestiones que
realizó fue que se convocara en julio de 1550, en Valladolid, a una
junta de teólogos, expertos en derecho canónigo y miembros de los
consejos de Castilla y de las Indias. El propósito era discutir las
formas de cómo debía procederse en los descubrimientos, conquistas y
población en las Indias. Participaron en la Junta, además de Las Casas,
Juan Ginés de Sepúlveda, fray Domingo de Soto, fray Melchor Cano y fray
Bartolomé Carranza. Tanto fray Bartolomé como Sepúlveda expusieron allí
sus ideas. Escritos muy diferentes se derivaron de esa Junta. Uno fue el
texto que redactó Sepúlveda como apoyo de otro trabajo suyo escrito poco
antes, intitulado Demócrates alter, en el que sostenía que los indios,
como seres inferiores, debían quedar sometidos a los españoles. El otro
escrito de fray Bartolomé fue la Apología, texto clave en las
discusiones. La Junta quedó inconclusa y por ello volvió a convocarse el
año siguiente. Tal vez, al percatarse fray Bartolomé de que en esa Junta
no se llegó a tomar decisión alguna, optó por otras formas de proceder.
Una fue renunciar a su obispado de Chiapas para consagrarse más
libremente en España a la terminación y publicación de sus obras, así
como a la obtención de cédulas reales en favor de los indios, de modo
especial de los que habitaban en Tezulutlán. Así, en 1552, obtuvo el
envío de otros misioneros a las Indias; además logró la publicación de
una serie de tratados entre ellos la Brevísima relación de la
destrucción de las Indias, el Confesionario, El tratado sobre esclavos y
otros que aparecieron en Sevilla en el mismo 1552. Residiendo allí tuvo
a su alcance la llamada Biblioteca Colombina, en la que pudo consultar
libros y manuscritos que le permitieron avanzar en la redacción de su
Historia de las Indias. Fue también entonces cuando, como trabajo
complementario, inició la redacción de la que se conoce como Apologética
historia sumaria, verdadero tratado de antropología comparada en el que,
poniendo en parangón a las culturas indígenas con las de la antigüedad
clásica, subraya las virtudes y grandes merecimientos de los habitantes
del Nuevo Mundo.
Singular experiencia para Bartolomé
fue encontrarse, de regreso en Valladolid, con un indígena caxcán de
Zacatecas, llamado Francisco Tenamaztle. Este había sido deportado a
España por haber encabezado una rebelión en su tierra. Las Casas, tras
escuchar a Tenamaztle, emprendió con él su defensa. Se conservan
interesantes documentos, varios suscritos por Tenamaztle, en los que
éste daba a conocer al Consejo de Indias su situación y la de su pueblo,
demandando justicia. Las Casas en esta actuación hizo aplicación de sus
ideas al caso particular de Tenamaztle y los indios caxcanes de la
lejana Nueva España.
Doloroso debió ser para fray Bartolomé
enterarse más tarde de que en 1558 los dominicos que trabajaban en la
Vera Paz en Guatemala reconocieran la necesidad de aceptar el uso de las
armas para someter a los indios de la región Lacandona y de Puchutla.
Tal forma de proceder, a la que siguió en 1559 la iniciación de
hostilidades en la región de Tezulutlán, significó el fracaso de una
idea que pudo haberse realizado y a la que tantos desvelos había
consagrado.
Los últimos años de su vida los pasó
en Madrid. Había concluido ya para entonces la Historia de las Indias.
Todavía escribió varios memoriales, así como la obra que intituló De
thesauris, en la que cuestionaba el supuesto derecho de propiedad, tanto
de los tesoros derivados del rescate del inca Atahualpa, como de
aquellos otros encontrados en los sepulcros o guacas de los indígenas.
En febrero de 1564 hizo su testamento y todavía pudo escribir un
memorial al Consejo de Indias reafirmándose en todo lo que había
expresado en defensa de los indios. El 17 de julio de 1566 murió fray
Bartolomé de Las Casas en el convento de Nuestra Señora de Atocha en
Madrid. Sepultado en la capilla mayor del convento, sus restos fueron
llevados más tarde al convento dominico de San Gregorio en Valladolid.
Fray Bartolomé de Las Casas, que dedicó su vida a la defensa de los
pueblos indígenas, es hoy reconocido universalmente como uno de los
precursores en la teoría y en la práctica de la defensa de los derechos
humanos.