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Manolo Tavárez Justo y Minerva
Mirabal |
En el interior de una celda Manolo
Tavárez Justo y Leandro Guzmán están presos. La puerta es abierta
violentamente por varios militares dirigidos por un oficial.
Oficial: Prepárense que se van de aquí.
Manolo: ¿Cómo que nos vamos de aquí? ¿Para dónde?
Oficial: Cállese la boca y no pregunte.
Acto seguido los prisioneros son esposados, sacados de la fortaleza
militar y entregados a agentes del Servicio de Inteligencia Militar -SIM–
de la tiranía, quienes los introducen a un carro de los denominados "cepillo”
(VW) y al salir por una de las calles de Salcedo se topan con Jaime
Enrique, sobrino de Manolo y Leandro, quien al verlos intenta hablar con
ellos pero el vehículo no se detiene y el muchacho de 12 años corre
hacia la casa donde su mama Dedé Mirabal a quien le relata el fugaz
encuentro con sus tíos.
OJO DE AGUA. CASA DE LAS MIRABAL
Jaime Enrique: Sí, sí, tío Manolo y a tío Leandro, que se los
llevaban en un carro.
Dedé: Minerva, ven acá rápido.
Minerva: Dime Dedé, qué fue…
Dedé: Jaime Enrique, cuéntale a tu tía lo que viste.
El niño relata la historia. Minerva se pone en acción, llama a María
Teresa y las tres se presentan ante el despacho del comandante de la
fortaleza de Salcedo.
FORTALEZA DE SALCEDO
Oficial: No hay que preocuparse
por nada, señoras, sus maridos fueron trasladados a la fortaleza San
Felipe de Puerto Plata, un traslado rutinario…
María Teresa: ¿Y por qué para allá, tan lejos de sus familias?
Oficial: Eso es una orden de arriba.
EN LA CARRETERA HACIA PUERTO PLATA
El “cepillo” transita con Manolo, Leandro y tres agentes del SIM. Los
presos van en el asiento trasero junto a uno de los esbirros, cuando se
origina una conversación debido a la incomodidad que le producen los
grilletes a Leandro, quien está esposado con las manos atrás.
Agente del SIM: ¿Qué le pasa?
Leandro: Es que estas esposas me están rompiendo las muñecas…
Agente del SIM: ¡Ah! Echate pa'lante.
Chofer del SIM: Mira, déjate de estar de pendejo. Qué tiene tú
que ver, coño, si le tá jodiendo la muñeca, coño, que se joda.
Aún asi el agente continua acomodando a Leandro.
CASA DE LAS MIRABAL. SALCEDO
Minerva: No, no, no… tenemos que ir ahora mismo para allá. Dedé,
quédate con los muchachos y le dices a mamá lo que está pasando.
Dedé: Vayan con cuidado, ¡que esa carretera es muy peligrosa!
FORTALEZA DE SAN FELIPE. PUERTO PLATA
El comandante de la Fortaleza de San Felipe recibe al capitán del
Ejército, Víctor Alicinio Peña Rivera, jefe del SIM en la región Norte.
Capitán Peña Rivera: ¡Coronel Frias! ¿Dónde están los pendejos
esos…?
Coronel Frias: Están por ahí, ya se los mandé a buscar, capitán.
Mire, aquí hay que partirles el pescuezo a to"eso conspiradores
comunistas, sobre todo a la engreída esa, la Minerva Mirabal…
Capitán Peña Rivera: Coronel Frias, hay que ser discreto. El jefe
no quiere que esta vaina se sepa mucho…
En ese momento entran Manolo y Leandro con las manos esposadas atrás.
Coronel Frias: ¡Ah, capitán, aquí están los comunistas!
Capitán Peña Rivera: ¿Ustedes saben por qué están aquí? Ustedes
están aquí porque tenemos informes de que se va a producir un desembarco
de armas, por aquí, por esta área. Yuyo D’Alessandro se puso a hablar
por Radio Swan y sabemos con lujo de detalles que ellos vendrán por aquí;
así que ustedes dos están aquí para tenerlos a todos juntos cuando los
atrapemos.
Coronel Frias: Mire, capitán, déjese de hablarles así a estos
muchachitos. ¡Coño! Pero que dos buenos pendejos. Y estos son los
carajitos que quieren tumbar al generalísimo Trujillo. Ustedes no son
más que una partía de vagabundos. Conspiradores comunistas. Al Diablo
van ustedes a tumbar. Sólo a un comemierda se le ocurre conspirar contra
el Benefactor de la Patria. ¡Malagradecidos!
Capitán Peña Rivera: ¡Eso es lo que ustedes se ganan muchachones!
Coronel, nos mantendremos en comunicación. Ah, y dígale a las esposas de
esta gente que pueden visitarlos sólo los viernes en la tarde.
El capitán Alicinio Peña Rivera se retira de la Fortaleza San Felipe. El
coronel Frias envía a Manolo y a Leandro a las celdas.
Coronel Frias: Raso, llévese a estos pendejos, encuérenlos y
métanlos en la última, en la de allá atrás.
Ese mismo día, horas después de retirarse el jefe del SIM, capitán
Alicinio Peña Rivera, llegan Minerva y María Teresa.
SALÓN DE LA FORTALEZA SAN FELIPE
Minerva y María Teresa entran
apresuradamente al salón donde esperan Manolo y Leandro con las manos
esposadas delante.
Minerva: Manolo, Leandro. Esto fue sorpresivo.
Manolo: Esto no me gusta nada.
Leandro: ¡María Teresa!
María Teresa: ¿Cómo están aquí? ¿Qué les hace falta?
Leandro: Colchones y mosquiteros, y algunos libros.
Manolo: Sí, pero ahora estamos más lejos y ustedes no pueden
estar viajando en esa carretera tan peligrosa…
Minerva: Aquí hay un amigo de la familia, se llama José Eugenio
Pimentel Lister.
Manolo: Ese es a quien le dicen Don Chujo.
María Teresa: Anjá. Con Don Chujo hay confianza.
Manolo: Bueno, ¿y con quién andan ustedes?
Minerva: Con Purita y René Bournigal, ellos nos trajeron y se
quedaron ahí afuera.
María Teresa: El coronel Frias dijo que sólo podíamos venir los
viernes…
Leandro: Los viernes en la tarde, eso lo ordenó el capitán Víctor
Alicinio Peña Rivera. A propósito, María Teresa trata de ser más
cautelosa cuando tú hables en la calle sobre la situación…
María Teresa: ¿Por qué lo dices?
Leandro: Porque ese capitán, que es el jefe del SIM, me llamó un
día, cuando estábamos en la Fortaleza de Salcedo, y me dijo, me contó lo
que tú le habias dicho a un joven de Santiago, que tú le dijiste a esa
persona que “la juventud está muy tranquila”, y Víctor Alicinio Peña
Rivera vino y se pronunció diciendo “Mira Leandro, ahí está tu mujer
jodiendo”, y me mostró la declaración de ese hombre…
María Teresa: ¡Ah! Sí, ya sé quién es. Pero despreocúpate, seré
más cautelosa.
El encuentro es terminado por órdenes del coronel Frias, quien reunido
en su despacho con un agente del SIM se comunica con el jefe del SIM a
nivel nacional, Candito Torres Tejada.
Coronel Frias: Cabo, comuníqueme con Candito Torres Tejada –del
otro lado de la línea responde el temible jefe del SIM– ¡Ah!, señor, es
para informarle que su orden se cumplió. Sí, señor, aquí les dijimos que
podían visitar a sus maridos solamente los viernes en la tarde. Bueno,
señor, el capitán Alicinio Peña Rivera, que le comunicara cuando ellas
estuvieran por aquí, como los presos me los trajeron hoy, pues ellas se
aparecieron en la tardecita, pero ya se fueron para Salcedo. Sí, señor,
estoy a sus órdenes, así se hará (el interlocutor cuelga el auricular).
OJO DE AGUA, SALCEDO. CASA DE LAS MIRABAL
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Trujillo. |
Minerva y María Teresa acaban de llegar muy
tarde en la noche y en ese instante también se presenta doña Fefita,
madre de Manolo. Doña Chea, su abnegada madre, las abraza y trata de
tranquilizar su agitación.
Minerva: Es un abuso, mamá. Es el
colmo de esta desgracia, nos llevan a los muchachos, los tienen presos
como si fueran perros, y encima nos dicen que sólo los podemos ver los
viernes. Y no los vamos a dejar solos. Que Trujillo siga confiscándonos
lo que le dé la gana, pero a ésta que está aquí sólo la detienen con la
muerte.
Doña Chea: ¡Cálmense! ¿Quién les dijo eso de que sólo los viernes
podían visitar a sus maridos?
María Teresa: Dice Leandro que esas son cosas del SIM.
Minerva: Iremos a Puerto Plata en lo que sea y como sea. De seguro
que están planeando algo malo, pero no les daremos el gusto, no
dejaremos solos a Leandro y a Manolo.
Dedé: Hay que tener cuidado, miren lo que le pasó a Marrero
Aristy, ¡que Dios no lo quiera!
Minerva: Trujillo es loco, pero no tanto. Ahora, si estuvieran
pensando en “accidentarnos” ya lo hubiesen hecho. Olvida eso Dedé.
Dedé: No me olvido de eso, no. Tú sabes que igual hicieron con
Donato Bencosme, y eso que él sólo hablaba mal de Trujillo, pero tú eres
otra cosa, tú diriges un movimiento antitrujillista, te apresan a cada
rato, y si te soltó de seguro que no es para nada bueno.
Minerva: Trujillo no le tiene nada bueno a nadie en este país…
Pero ya, que tú sabes que no estoy sola. Dios me cuida…
DÍAS DESPUÉS
Se acerca el 25 de noviembre del 1960. Minerva ha realizado ya dos
viajes a Puerto Plata y se siente confiada. El rumor crece sobre un
supuesto plan para asesinarla. En cada conversación alguien le refiere
lo mismo, sin embargo ella mantiene su posición de continuar los viajes.
Con el médico Angel Concepción hablaron ella y María Teresa sobre el
tema el 24 de noviembre, él era su compadre y apoyaba sus acciones.
Minerva: Doctor, me dijeron que no fuéramos mañana a Puerto
Plata, porque nos van a accidentar.
Angel Concepción: Mire comadre, eso es verdad. Mañana no es un
buen día…
María Teresa: Pero es que ahora ellos necesitan que usted vaya
rápido…a ver cómo anda la salud de ellos…
Angel Concepción: Bueno, como están las cosas, pero si vamos es
mejor irnos por Nagua y Gaspar Hernández. Ya mataron a Ramón Marrero
Aristy en esa carretera…
Minerva: Marrero Aristy, qué solos se quedan los muertos… pero tú
no estás solo. Doctor, usted sabe las condiciones en que están Manolo y
Leandro. El único momento de alegría que tienen es cuando nos ven. ¿Qué
pensaría usted de la esposa que por temor a la muerte deja de cumplir
con su deber de esposa?
Angel Concepción: Estoy preocupado con su seguridad, Minerva…
Minerva: Doctor, no me diga que usted también cree tanto en esos
rumores…
Angel Concepción: Mira, Minerva, Trujillo cada vez que viene por
aquí lo dice, que el problema de él son los curas y las Mirabal, o sea
tú Minerva…
Minerva: ¡Ay, doctor Concepción! Nosotras seremos un problema
para ese infeliz, pero no es verdad que nos va a mandar a matar así como
así. Yo no creo que se atreva a tanto.
EL ULTIMO DIA DE LAS HERMANAS MIRABAL
25 de Noviembre del 1960
OJO DE AGUA, SALCEDO CASA DE LA
FAMILIA MIRABAL REYES

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Patria y María
Teresa Mirabal |
Es viernes. Minerva, Patria y Maria
Teresa estan listas para irse a Puerto Plata. Esperan al chofer que las
va a llevar en el yip Land Rover del amigo René Bournigal. Alguien toca
la puerta de entrada.
Patria: Buenos dias. Ah! Usted es
el chofer que nos va a llevar?
Chofer: De eso venía a hablarle,
fíjese yo no puedo ir pa’llá…
Patria: Cómo que no puede? Y ahora,
quién nos llevará?
Chofer: Es que… como las estan
acechando…
Patria: ¿Acechando? ¡Ah! Pero
acechando estan ellos siempre…
Chofer: Si, pero e pa’matarlas!
Minerva se acerca a la puerta, al oir la
conversación.
Minerva: Qué es lo que pasa,
Patria?
Patria: El chofer que nos iba a
llevar, se echo pa’trá. Tiene miedo?
Minerva: Qué es eso, de que usted
no va?
Chofer: Mire, doña Minerva, mie’o
no e… me entiende?
Minerva: Está bien. Váyase, esto
no es obligado; pero debió de habermelo dicho ayer…
El chofer se aleja. Ahora queda la duda
de ir o no. Minerva podría ir manejando, pero era muy riesgoso y ella no
tenía la suficiente experiencia para tomar esa carretera. También,
entendian que un hombre debia acompañarlas de manera que intentaron
resolver la situación con alguien de confianza y coraje.
Minerva: Bueno, ahora sera buscar
otro…
Patria: Pero a quién? Todo el
mundo está metío en miedo…
Minerva: Patria, quédate dandole
el desayuno a los muchachos, voy a buscar a Rufino De La Cruz.
CASA DE RUFINO DE LA CRUZ
Rufino: Minerva! Buen día! Qué
está pasando?
Minerva: Que bueno que te
encuentro Rufino. Lo que pasa es que necesito un favor y no sé tienes
compromisos para hoy…
Rufino: No tengo compromisos.
Minerva: Es que el chofer que nos
iba a llevar a Puerto Plata se arrepintió… tú sabes de los rumores que
andan por ahí, sabes del riesgo que corremos, pero eso no nos puede
detener… Tú te atreverias a ir con nosotras, manejando?
Rufino: Claro que sí. Ustedes
saben que yo estoy para servirles y más en casos así. En qué nos iremos;
en qué máquina?
Minerva: En el yip de René
Bournigal.
FORTALEZA DE SALCEDO
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Minerva Mirabal |
El yip Land Rover está parado frente a la
fortaleza de Salcedo; en su interior están Rufino al volante, y Patria.
Del interior de la Fortaleza salen Minerva y Maria Teresa, quienes
abordan el vehiculo y se van.
Patria: Y ahora, qué pasó?
Minerva: Lo de siempre, pero ahora
no sé bien lo que había, estaban muy raros…
María Teresa: Sospechosos, diria
yo.
Minerva: Estaban llamando al SIM
en Santiago para darnos el permiso de salida
Patria: Ay! Dios cuándo acabará
esta desgracia…!
RUFINO: Cuando Trujillo se muera.
Total, él no nació pa’ semilla…
El yip enfila hacia Puerto Plata.
Rufino: Caramba, con esas lluvias
la carretera se pone malísima.
Minerva: Vete al paso, Rufino.
Patria, y qué tu me decias de Pedrito?
Patria: Te dire que Pedrito está
muy esperanzado, como estan soltando a tanta gente…
María Teresa: Y seguirá soltando.
Porque, mira que ese intento de asesinar a Rómulo Betancourt le ha
salido muy caro a Trujillo.
Rufino: ¡Cojollo! Pero Trujillo no
se contenta con matar gente de su pais, y ahora está queriendo eliminar
presidentes de otros paises, asi mismo no fué que hizo con uno de
Guatemala, no me recuerdo del nombre.
Minerva: Castillo Armas. Pero ese
Castillo habia dado un golpe de Estado a Jacobo Arbenz, con ayuda de
Trujillo…
María Teresa: Se ganó el trofeo de
Campeón del Anti-comunismo…
Minerva: Ahora quiere aparentar
generosidad, que no ha tenido que ver con atendados de nadie, se
presenta como muy democrático soltando los presos politicos…
Rufino: Hasta a ustedes las soltó.
Minerva: Pero es como si
estuvieramos presas, por que para donde quiera que vamos tenemos que
pedirle permiso al SIM. Estar fuera de la cárcel es lo mismo que estar
dentro, mientras Trujillo esté en el poder.
La conversación continua. Entretanto, el
SIM comienza a tejer la operación militar para atrapar a Minerva a
acompañantes, y cumplir la orden siniestra de Trujillo.
FORTALEZA DE SAN FELIPE, PUERTO PLATA.
Los agentes del SIM, Ciriaco de la Rosa,
Emilio Estrada Malleta (de origen cubano), Alfonso Cruz Valerio, Ramón
Emilio Rojas Lora y Néstor Antonio Pérez Terrero, reciben las ordenes
del capitán Víctor Alicinio Peña Rivera.
Peña Rivera: Sargento Ciriaco,
traiga a sus hombres.
El militar trae los esbirros ante su jefe.
Ciriaco: Señor, estos son Malleta,
Cruz Valerio, Rojas Lora y Pérez Terrero…
Peña Rivera: El objetivo está en
camino de Puerto Plata. Vienen en un yip Land Rover. Estan siendo
seguidas discretamente, y ustedes deben asumir la persecución tan pronto
entren a la ciudad, hay permanente comunicación por radio y el operativo
debe cumplirse hoy mismo, el Jefe espera que ustedes no fallen. El
sargento De La Rosa tiene las instrucciones. Alguna duda?
Ciriaco: No señor. La orden se
cumplirá al pié de la letra… ¡Viva el Jefe!
TODOS: ¡Viva el Jefe!
Los agentes del SIM salen del despacho y
ya en el partio de la fortaleza abordan el carro indicado en las plan,
era un Morris-Oxford de color y de uso del transporte público. Terrero
va al volante; a su lado Ciriaco, y atrás Malleta, Cruz y Lora.
Por su parte, Peña Rivera habla via
telefónica con el jefe del SIM, Candito Torres Tejada.
Peña Rivera: Si, señor. Todo va
según sus intrucciones. Yo mantendré el control por radio.
El jefe del Servicio de Inteligencia
Militar le recalca la orden radical de Trujillo.
Torres Tejada: Que de hoy no pase.
Usted y yo caeremos en desgracia si falla la operación. El jefe fué
claro, tambien a los acompañantes, sean quienes sean…
Cerca del mediodia, las hermanas Mirabal
llegan a Puerto Plata y se dirigen a la casa de José Eugenio Pimentel
Lister, alias Chujo, un comerciante de electrodomésticos.
CASA DE CHUJO
 |
Victor
Alzinio Peña Rivera, Jefe regional del Servicio de Inteligencia
Regional (SIM). |
Fuente externa. |
Chujo:
¡Vaya! Pero sin son ustedes! Crei que no
vendrian hoy…
Minerva: ¡Chujo! Es que nos
detuvimos en Santiago a comprar algunas cosas para cuando nos mudemos
para acá.
María Teresa: Probablemente, sea
la próxima semana. ¿Usted ya nos consiguió alguna casa?
Chujo: Esa de enfrente estaba ya
convenida, pero al saber que era para ustedes como que se metieron en
miedo…
Patria: ¿y qué es lo que está
pasando aquí?
Chujo: Bueno, aquí en el pueblo se
sabe que ustedes son anti-trujillistas, y eso dificulta que la gente les
quiera alquilar una casa.
Minerva: Ya dejen eso. Lo
importante ahora es que nos cambiemos de ropa. ¡Ah! El es Rufino de la
Cruz, un gran amigo que nos está ayudando hoy.
Entran a la casa. Chujo advierte el paso
de un carro del transporte público, donde van Ciriaco y sus agentes del
SIM. Chujo y Ciriaco se topan con la vista por escasos segundos, ambos
se miran con el rabito del ojo.
DENTRO DEL CARRO
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Asesinos de las
hermanas Mirabal. |
Ciriaco: Ese que se quedó mirando
es el tal Chujo, otro conspirador comunista.
Malleta: Bueno las carajas esas ya
llegaron, ¿qué vamos a hacer ahora?
Ciriaco: Nos mantendremos cerca,
pero el plan es cuando salgan a la carretera despues que visiten a sus
mariditos. Dale, Terrero, vamos pa’ la fortaleza.
Terrero: Si, señor. ¿Quien se
quedará por aquí, vigilandolas?
Ciriaco: Esas no salen de aquí sin
que nosotros lo sepamos…
CASA DE CHUJO
Minerva: ¿Cómo le va a los
muchachos? ¿Estan comiendo bien?
Chujo: Me estoy ocupando de la
comida, hay una persona que se la lleva todos los dias. Hoy les envié
lambí, y les guardé un poquito a ustedes. A qué hora es la visita?
María Teresa: Eso es para las dos
de la tarde, así que hay tiempo demás…
Luego del almuerzo cocinado por Melín,
esposa de Chujo, las Mirabal se preparan para la visita a Manolo y
Leandro.
Patria: ¡Muchachas, póngase bien
bonitas!
María Teresa: Ay, Patria, dejate
de eso que no es para una fiesta que vamos…
Minerva: ¿Y hay algo mejor que ver
a nuestros esposos?
Patria: ¡Pintense bien! Maria
Teresa ponte esas trensas bien bonitas, tu sabes que ese es el delirio
de Leandro. ¿Que tal luzco?
Patria modela para sus hermanas y la
buena alegría de todas se deja sentir.
María Teresa: Si Pedrito González
te ve…
Patria: Si me ve, diria que soy la
mujer más bella sobre la tierra! Bueno, las veré allá afuera.
Patria sale de la habitación. Minerva y
Maria Teresa se quedan pensativas, se miran y luego, casi
instintivamente, se dan un fuerte y largo abrazo. A Maria Teresa casi se
le aguan los ojos, Minerva le dice en un gesto cuánto la quiere. Ambas
se miran con profunda admiración.
María Teresa: ¿Qué tu crees? ¿Soltarán
a Pedrito?
Minerva: No. No, miestras estemos
luchando, ni a él ni a Leandro, ni a Manolo, a nadie que esté
comprometido con el 14 de Junio. Maria Teresa, esto será largo y
tortuoso… Bien, ya estoy lista. Date rápido con esas trenzas.
FORTALEZA DE SAN FELIPE. 2:00 DE LA
TARDE
El carro en que andan los agents del SIM
está estacionado frente a la puerta de entrada de la fortaleza. Por el
lado, pasa el yip Land Rover con las Mirabal y Rufino, y se estaciona
más adelante. Las Mirabal descienden del vehiculo y se dirigen a la
oficina de la comandancia. Ciriaco de la Rosa vigila cada movimiento de
las hermanas, desde un punto del resinto carcelario, junto a los otros
cuatro esbirros.
Ciriaco: ¡Coño, por fin llegaron!
Malleta: ¿Y ahora qué vamos a
hacer? ¿Esperar dos horas más?
CIRIACO: ¡Tú tá loco! Esa visita
la acabo yo de una ve…
Malleta: ¡Pero pueden sospechar! ¿Tú
no crees?
Ciriaco: Una horita, le daremos
una hora. Déjame avisarle al Coronel Saladin. Esperen aquí. No, no,
mejor ve tú, Malleta. La Minerva esa me conoce y es capaz de reconocerme
y sospechar…
Malleta: Entonces, ¿qué hago?
Ciriaco: Llama al capitán Alicinio
y a Torres Tejada, avisales… y al coronel Frias que corte la visita…
Malleta se dirige hacia la oficina.
Ciriaco se acerca a la ventana a vigilar. Las Mirabal estan saliendo de
la oficina del coronel Saladin cuando se topan con Malleta, este se
queda mirandolas, luego entra al despacho. Antes de cerrar la puerta
vuelve y las mira.
María Teresa: ¿Y ese quién sera? ¿Tu
te fijaste cómo se nos quedó mirando?
Minerva: Ese tiene que ser un
calié, de eso es que tiene la cara.
Minerva detiene al grupo, cuando mira de
soslayo hacia la ventana donde está Ciriaco, quien se quedó inmóvil al
toparse con la mirada de Minerva, reacciona y se esconde.
Patria: ¿Qué pasa?
Minerva: Que acabo de ver a uno
del SIM, Ciriaco de la Rosa, en aquella ventana…
Patria: ¡Dónde? Yo no veo a nadie
ahí…
Minerva: ¡Se escondió!
Patria: ¡Ay, Minerva! Esos son los
nervios que te tienen así, ahora tienes delirio de persecusión.
Minerva: ¡Bueno, si estan
vigilando que vigilen! ¡Qué le vamos a hacer! ¡Vamos!
CUARTO DE VISITAS DE LA FORTALEZA
Las Mirabal estan sentadas a la espera de
Manolo y Leandro, quienes aparecen acompañados de un escolta. Minerva y
Maria Teresa se abrazan a sus maridos. Patria se úne.
Manolo: ¡Caramba, qué alegría!
Minerva: ¡No te dije Maria
Teresa!
Leandro: ¡Por fin! ¡Oh, pero miren
quien está aquí!
María Teresa: Patria quiso
acompañarnos hoy…
Patria: ¡Ay, no me aguantaba las
ganas de verlos!. Pedrito les manda saludos.
Manolo: ¿Sigue preso en La
Victoria?
Patria: Si, Trujillo ha soltado a
mucha gente, pero a él no, sigue ahí metido.
Minerva: Si, ese atentado a
Betancourt, las presiones de la OEA, las sanciones económicas, las
sanciones diplomáticas, todo eso lo tiene bastante presionado.
Manolo: ¿Qué hay de Fidel
Castro?
Minerva: Tiene bastantes problemas
con mucha gente llendose de Cuba para Miami, aquí hay muchos cubanos
agitando y conspirando para derrocar a Fidel. Trujillo que quiere
mandarlo a matar, pero eso no se le va a dar…
Patria: Nosotras pensamos que
Trujillo está en sus últimas, la iglesia en contra, él renegando del
Concordato con la iglesia católica, y ni se calla, lo dice en público,
oigan sus expresiones: “los curas están jodiendo mucho”, dice a cada
rato.
María Teresa: Y también de
nosotras habla…
Patria: ¡Maria Teresa, muchacha!
Leandro: ¿Qué tu quieres decir?
Minerva: Lo que pasa es que
Trujillo, ustedes saben, merodea mucho por Salcedo, y nos contaron esto:
llegó Trujillo donde uno de sus caciques, Rafael Quesada, y le dice –
¡Oh, Jefe! ¡Qué bien se le ve! Y Trujillo le contesta: - Yo no estoy
bien, no. Yo tengo muchos problemas. Y le dice Quesada: - ¿Problemas?
Pero el Jefe no puede tener problemas. Y Trujillo: Sí, yo tengo
problemas. Tengo dos problemas, los curas y las Mirabal… Entonces, todo
el mundo hizo silencio y eso se ha regado como pólvora…
Manolo: ¿Y desde cuándo ustedes
saben eso?
Patria: Bueno. En ésta semana es
cuando se habla de eso…
María Teresa: Y la gente diciendo
que el SIM nos está vigilando, ya tu sabes para qué.
Minerva: Ah, pero vigilando están
ellos siempre, asustando y matando gente inocente.
Patria: Minerva, cuidado con lo
que dices, que no estamos solos!
El guardia mira con odio al grupo, al oir
a Minerva. Patria le hace ademan de que hable bajo.
Minerva: ¡Ay, ombe! ¡Que oiga!
Total ya estamos fichadas, condenadas y presas!
Manolo: Esto no puede seguir así.
Algo está pasando. En la próxima visita es a quedarse que vienen.
Minerva: Pero Manolo, la situación
internacional no es para que Trujillo siga asesinando gente, ni creo que
se atreva a ponernos un dedo encima.
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Ramón Marrero
Aristy, asesinado por el régimen trujillista. |
Leandro:
Precisamente, esa es su manera de actuar.
Fué así como acabó con Donato Bencosme…
María Teresa: Que diga que los
curas y nosotras seamos su problema no significa que no a a mandar a
matar. Tendría que hace lo mismo con Monseños Panal…
Minerva: Ese sí es un cura de
verdad. Ese es de los únicos que se atreve a decir en público que
estamos pasando hambre, que los dominicanos no tenemos trabajo, ni pan
ni techo.
Manolo: Pero él es cura, tiene
protección. Ustedes no. Andan indefensas por ahí. Ni ustedes ni nosotros
somos la excepción, Trujillo no deja ningun enemigo vivo.
Minerva: Ya está bien. La próxima
vez, en la próxima semana vendremos a quedarnos. Chujo y yo nos
ocuparemos de buscar una casa hoy y dejarla alquilada.
En ese instante entra un Sargento con la
orden se cortar la visita.
Sargento: Señores y señoras, se
acabó la visita.
Minerva: ¿Cómo va a ser?
María Teresa: Son dos horas y no
tenemos ni una…
Manolo: ¿ Sargento no habrá una
equivocación?
El militar con la cabeza baja hace gesto
de no. No mira al grupo y se limita a decir cuatro palabras.
Sargento: Son órdenes del coronel.
El grupo está estupefacto con la
sorpresiva decision de cortarles la visita.
Minerva: Está bien vamonos. Ah! El
doctor Concepción vendrá sin falta la próxima semana si Dios quiere…
FRENTE DE LA FORTALEZA. 3:15 DE LA
TARDE.
Afuera, Ciriaco y sus secuaces abandonan
el lugar en el Morris-Oxford. En todo momento, Rufino ha permanecido
dentro del Land Rover y ve la acción de los agentes del SIM, y se les
queda mirando por el espejito del vehículo hasta perderse de vista. Un
instante despues llegan las Mirabal.
Patria: Bien, Rufino nos vamos.
Hey, Rufino, ¿qué pasa?
Rufino: No, nada, es que vi unos
calieses salir despues que ustedes entraron y se fueron en un carro del
transporte público de la capital.
Minerva: Rufino, vamos donde Chujo.
FRENTE A LA CASA DE CHUJO. 3:30 DE LA
TARDE.
Ya en la casa de Chujo este trae las
maletas de las Mirabal quienes ni se han desmontado del vehiculo.
Cercano se encuentra el carro con la gente del SIM. Chujo vuelve a
advertir la presencia de los esbirros y los enfrenta con la mirada al
tiempo que pregunta a Rufino.
Chujo: Rufino, ¿usted vió si lo
seguía alguien, algún carro cuando venía ahora?
Rufino: De la fortaleza para acá
no vi a nadie.
Minerva: Chujo los muchachos estan
muy preocupados con el comentario que le hicimos sobre lo que anda
diciendo Trujillo.
Chujo: Minerva, este asunto es
para preocuparse, pero ahora es mejor que se vayan pronto por esos
nubarrones que se acercan y esa carretera es muy peligrosa. Déjame lo
del alquiler de la casa que yo veré cómo lo resuelvo.
Minerva: Si, pues este será
nuestro último viaje.
En ese momento sale afuera la esposa de
Chujo, Melín.
Melín: Muchachas ¿no sera mejor
que se vayan mañana sábado?
Minerva: ¿Mañana? Doña Chea se
vuelve loca si no no ve llegar hoy a sus hijas.
Rufino: No hay problema, podemos
llegar aún hoy con el sol afuera.
Chujo: Está bien. ¿Cuándo vuelven?
Minerva: El martes o el miércoles
estamos aquí. Arregla lo de la casa porque venimos a quedarnos.
Chujo: Si despreocúpate. ¡Rufino,
cuídalas!.
Melín: ¡Vayan con Dios!
PUESTO DE CONTROL DE PUERTO PLATA.
3:40 DE LA TARDE.
El yip con las Mirabal y Rufino está en
el puesto de chequeo, el puesto de control del régimen trujillista usado
para vigilancia de todo vehículo y persona que se movimenta en todo el
territorio nacional. Estan en la fila para ser chequeados, detras del
yip viene un camion de la Caja Dominicana de Seguros (que luego se
llamaría Instituto Dominicano de Seguros Sociales) y detrás de éste el
Morris-Oxford con los esbirros del SIM. En el momento en que un cabo del
ejército chequea las placas de los vehículos, Ciriaco lo llama ante sí.
Ciriaco: Cabo venga acá.
Fué un “venga acá” bien autoritario,
tanto que el cabo brincó y se rindió al mandato como perrito ante el amo
que lo llama.
Cabo: Sí, señor.
Ciriaco: Mire, yo soy el sargento
Ciriaco de la Rosa del SIM. Ellos también, andamos en misión especial.
Detenga ese yip Land Rover hasta que nosotros nos alejemos bastante.
Entendido?
Cabo: ¡Como ordene señor!
Acto seguido el obediente cabo cumple lo
ordenado, mientras los esbirros se alejan del lugar.
Cabo: Señoras ustedes tienen que
esperar un momento hasta confirmar.
Rufino: Pero ya usted lo habia
confirmado…
Cabo: Usted se me está tranquilito
que aquí nadie está completo.
Cabo: Está bien, está bien, haga
su trabajo.
CERCA DE LA CUMBRE. 4:30 DE LA TARDE.
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Donato
Bencosme, asesinado por el régimen trujillista. |
Los del SIM esperan en un recodo del camino.
Todo está montado para la emboscada a las Mirabal. La comunicación entre
los militares de la zona es intensa. Ciriaco repasa las ordenes.
Ciriaco: ¿Y los palos?
De la Cruz: Atrás, en el baúl...
Malleta: ¡Coño, ahí viene el yip!
Ciriaco: ¡Preparense carajo, esto
no puede fallar! ¡Viva el Jefe!
El grito de ¡Viva el Jefe! no era un
grito de guerra era una arenga de muerte y loas al régimen trujillista.
El grito de la intolerancia, de la maldad, del odio, de la más hedionda
miseria humana. Las fieras se paran en medio de la carretera con las
garras en alto.
EN EL YIP
Rufino: ¿Qué será lo que quieren
esos tipos?
Minerva: Párate Rufino, vamos a
ver qué quieren, no hay más remedio.
Patria: ¿Serán del SIM?
María Teresa: Tal parecen, pero
andan en un carro público de la capital…
Minerva: Ese de ahí es Ciriaco de
la Rosa.
Rufino detiene el yip justo a escasos
pasos de los esbirros del SIM.
Minerva: ¿ Qué desean?
Ciriaco: ¿Ustedes son las Mirabal?
Minerva: Usted bien que nos conoce,
sabe que yo me llamo Minerva Mirabal y que nos conocimos en la carcel de
la “40”. Su nombre es Ciriaco de la Rosa…
Ciriaco: Tiene buena memoria. Así
que ya no tengo que decirle que somos del SIM.
Rufino: ¿Y qué usted quiere?
Malleta: Oye tú, cállate…
María Teresa: Pero eso es. Que
diga lo que pasa y que nos deje ir…
Ciriaco: Ustedes tienen que
acompañarnos, estan detenidas…
Minerva: ¿Y eso qué es ahora?
Criaco: Son órdenes. Allá le diran.
Así que bajense y móntense en el carro.
Rufino: Ah, no. Nosotros vamos en
el yip
Malleta: ¡Vaya con el caballero!
Usted no entiende cuando tiene que callarse!
Ciriaco: ¡Ta bueno ya! Bajense del
yip...
Ciriaco abre la puerta delantera y toma a
Minerva por un brazo, empieza el forsejeo.
Minerva: ¡Nadie nos saca de aquí,
abusador!
Ciriaco: Coño aquí mando yo,
carajo, salgan de ahí. Malleta, Cruz, Lora, ocupense de las otras.
Patria logra escabullirse por la puerta
trasera del Land Rover en el preciso instante en que se acerca el camion
de la Caja de Seguros Sociales y el chofer advierte a lo lejos el
movimiento…
Chofer: Hey, ¿qué pasa ahí?
El camion se detiene justo atrás del Land
Rover, y en medio de la carretera.
Patria: ¡Ayúdennos!¡Nos quieren
matar! ¡Somos las Mirabal!
Patria llega hasta el camion y se aferra
al manubrio de la puerta del chofer. De inmediato Ciriaco se lanza sobre
ella y la jala safandola violentamente.
Ciriaco: Tenga mucho cuidado con
lo que dice. Cuidado si abre el pico. Nosotros somos del SIM. ¡Usted no
ha visto nada! ¿Tá claro? Lárguese… Terrero déjalo pasar, y usted doña
tese quieta!
El camión se aleja del lugar. Las Mirabal
son esposadas con los brazos alante.
Malleta: ¿ No es peligroso
dejarlos ir?
Ciriaco: Esos van muertos del
miedo, pero después nos encargaremos de que no abran el pico.
Minerva: ¿Qué es lo que ustedes
van a hacer con nosotras?
Recibe un silencio por respuesta. Los
esbirros las montan en el carro, en tanto a Rufino lo dejan en el yip.
Patria y Maria Teresa van atrás con Cruz Valerio. Minerva alante con
Ciriaco al volante y Lora del lado de la puerta. Malleta y Terrero
llevan el yip.
Ciriaco: ¡Oye Malleta, encargate
de todo!
Minerva: ¡Esto le va a pesar a
Trujillo!
LA CUMBRE. 5:00/7:00 pm
El Morris se dirige por un camino vecinal
y se detiene al llegar a un laberinto de árboles. Ciriaco, Lora y Cruz
salen del carro, permaneciendo las Mirabal adentro.
Ciriaco: Cruz, tú te vas a
encargar de la de la trenza. Lora, llevate a esa de alante. Yo me ocupo
de la otra. Vayan sancando los palos, en lo que llegan Malleta y Terrero.
Patria reza. Minerva y Maria Teresa
permanecen calladas. En otra parte cercana se encuentran Malleta y
Terrero planeando cómo matar a Rufino.
Malleta: Yo le voy a poner
conversación y tu lo agarra por detrás, dale bien duro.
Rufino inquiere a los hombres.
Rufino: ¿Para dónde se llevaron a
las Mirabal?
Malleta: Caballero, no se preocupe
por eso, Ahorita vamos pa’ llá!
Terrero se acerca por detrás y le propina
un fuerte garrotazo a Rufino, quien cae pesadamente, ya inconsciente en
el suelo ambos hombres le propinan una andanada de golpes con un palo
hasta sentir que muere. Lo montan en el yip y se van al encuentro de los
demás. El siniestro plan comienza a realizarse. Al llegar informan de la
muerte de Rufino cuyo cuerpo queda inerte dentro del Land Rover.
Ciriaco: Ahora quedense vigilando
en lo que nosotros terminamos con las mujeres esas…
Patria reza. Minerva advierte que los
esbirros se dirigen hacia ellas.
Ciriaco: ¡Salgan de ahí!
Agarra a Minerva, pero ésta se safa y
sale sola. María Teresa sale, Patria se resiste, pero Ciriaco la saca de
un jalón. Forcejeo. Minerva y Maria Teresa intentan defender a Patria
empujando a Ciriaco, pero son agarradas por Lora y Cruz.
Patria: ¡Nos van a matar!
Ciriaco: ¡Cállense! ¡Acabemos con
esta vaina!
Patria: Ay, por Dios, no nos maten.
Somos madres…
Minerva: ¡Patria, no le ruegues a
estas fieras!
Ciriaco: ¡Ta’ bueno! ¡Acaben con
eto!
Violentamente, Lora agarra a Minerva.
Ciriaco a Patria, y Cruz a María Teresa. Son separadas e introducidas
entre los matorrales. María Teresa empuja a Cruz e intenta huir, pero es
alcanzada y derribada de un golpe en la cabeza, cae boca abajo y Cruz se
le tira encima dandole fuertes golpes en la cabeza, luego toma un
pañuelo y la ahorca hasta la muerte. Igual ocurre con Patria, quien
empujada por Ciriaco cae boca abajo y al intentar pararse es derribada a
golpe de palos, sin darle tiempo a gritar, luego es ahorcada por Ciriaco,
con un pañuelo. En tanto, Minerva enfrenta a Lora, quien ciego de ira la
golpea en los brazos y luego en la cabeza hasta que Minerva cae
inconsciente.
Cargan los cuerpos y los montan en el
yip. Se dirigen hasta las orillas del precipicio de La Cumbre, el lugar
elegido para finalizar la operación militar. Cuando se disponen a
empujar el Land Rover hacia el precipicio, Ciriaco advierte quejidos de
una de las Mirabal.
Ciriaco: ¡Hay una viva! Ustedes,
coño no sirven pa’ ná…
Descubre que la que aún está con vida es
Minerva. La saca del yip y le dá tantos garrotazos que los otros quedan
estupefactos con la bárbara acción.
Ciriaco: Ahora, montenla en el
yip, ya está muertecita la Minerva esa…
El yip es empujado hacia el barranco con
los cuerpos de las Mirabal y de Rufino en su interior. El sol se ha
ocultado. Las fieras se retiran.
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Sus Vidas |
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