En el año de 1492 una manada de aventureros se adentraron en el mar
profundo con la esperanza de encontrar mas que un nuevo continente,
encontrar las riquezas que las indias prometían por relatos de otros.
Pero para sorpresa de todos mas que tesoros encontraron una comunidad
bien organizada, con libertad, y por sobre todo, respeto mutuo, el cual
fue quebrantado por los conquistadores que con sus ansias de poder y
fortuna, hicieron los que se les pego la gana.
Después de la desaparición de lo mas preciado de una raza, su identidad
y solo ver los restos calcinados por el tiempo y quizás por el olvido,
pasando en aquellos tiempos por diferentes yugos sanguinarios, llegado
el momento de emanciparse del opresor, que con bota dura e
inmisericorde, que por años doblego el espíritu nacionalista de lo único
decente que la isla habitaba, y una noche gloriosa del 1844, en la
puerta de la misericordia, un patriota, trabuco en mano, hizo correr
despavorido al opresor invasor, ya que en ese momento tuvieron la
certeza de lo que ellos sospechaban y sabían, que lo único que podían
hacer era correr despavoridos, porque los Dominicanos despertaron
de su letargo, ese fue el inicio de la gesta liberadora, con la final
proclamación de la Republica Dominicana.
No es menos cierto, que a través de los años hemos tenido que emigrar
por diferentes razones, y para pesar de unos y malestar de otros, aun
seguimos siendo Dominicanos.
Ser Dominicano
no es haber nacido por accidente en una isla llamada "Hispaniola",
(compartida con el que en un tiempo fue el opresor) es tener una
convicción de servicio patrio y no permitir que nuestra bandera, símbolo
de nuestra identidad sea mancillada ni con el pétalo de una rosa.
No es menos cierto que a través del proceso de emigración muchas veces
hemos tenido que adoptar foráneas ciudadanías, pero con una gran verdad
"manteniendo nuestra nacionalidad" con el único propósito, ayudar a los
nuestros; Nunca un dominicano y no creo que exista aquel que no pueda
recordar un mangu porque lo cambio por un "wapper", y que de una
manera irresponsable quiera arrancar de su alma su identidad, y para en
un fácil cerrar de ojos, darle la espalda a los problemas que su tierra
padece, y con el mayor descaro proclamar: Que se deben olvidar de que
son dominicanos. ,
Es como pedirle al corazón que deje de latir, cuando su tiempo no ha
llegado, somos dominicanos por nacimiento y convicción, y pésele a quien
le pese, ni aun arrancándose la piel podrán dejar de ser Dominicanos. ,
Ser Dominicanos,
se es, por una razón muy sublime: nuestro terruño, tan especial,
mantiene vivo en los Dominicanos verdaderos, un llamado silente, que ni
de cerca ni de lejos se oye, pero se siente, ese lazo que jamás aunque
quieran arrancarlo de sí, no podrán, ya que está en las células de todos
los dominicanos en la faz de la tierra...
honremos a nuestros patricios, a nuestra patria, a nuestra propia
identidad y aclamemos a los cuatro vientos......
SOY DOMINICANO.