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Juan Pablo Duarte y Diez
FUNDADOR DE LA NACIONALIDAD DOMINICANA
¡Vivir sin
patria, es Io mismo que vivir sin honor!
| MONOGRAFIAS.COM |
Breve reseña de la vida del
Independentista de la
Republica Dominicana.
Juan Pablo
Duarte y Diez
nació
en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813
La
familia Duarte estaba constituida por los padres, Juan
José Duarte Rodríguez, nacido"en la ciudad de Veger de la
Frontera, en la provincia española de Cádiz y Manuela Diez y
Jiménez, natural de Santa Cruz del Seibo, y siete hijos:
Rosa, Francisea, Filomena; Sandalia, Vicente, Juan Pablo y
Manuel.
No se sabe la fecha de llegada a Santo
Domingo de Juan José Duarte, pero se supone que fue en la
última década del siglo XVIII, pues e1, 4 de octubre del
1799 aparece como padrino del niño José
Ramón Alvague en el
registro de la
Iglesia de Santa Bárbara, de esta ciudad. Máximo Coiscou
Enríquez considera que debió emigrar cuando Toussaint
Louverture invadió la parte española y tomó posesión de la
ciudad de Santo Domingo. Al producirse la Reconquista
regresó al país. "Este retorno tuvo que ser después de
Agosto de 1804, pues para entonces residía en Mayagüez,
Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito
Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado
constancia de ello". "Del
matrimonio de Juan José Duarte y Manuela Diez no hay
tampoco constancia; pues eu los
libros parroquiales de la Catedral y Santa Bárbara hay
sensibles vacíos. Cabe suponer que ocurriera en Puerto Rico,
pues debió ser para algo de la vida civil el testimonio que
dieron, a petición de Doña. Rufina Jimenez Benítez (madre de
doña Manuela), los ciudadanos Magistrados y Oficiales
Municipales de la villa del Seibo a 18 de abril de 1803". El
padre de Duarte era corrtrario a Ios haitianos y a propósito
de esto Jose Gabriel Garcia relata lo siguiente: "Don Juan
Duarte, padre del caudillo,que inició los trabajos.
revolucionarios que dieron por resultado Ia creación de la
República Dominicana, fue el único comerciante catalán que
se negó a firmar el escrito que sus compatriotas dirigieron
a Boyer .Hombre
de
conciencia recta y de sentimientos puros, no quiso
asociar su nombre a un acto censurable; y al proceder con
tanta nobleza e hidalguía, anticipó al heredero de sus
virtudes la gloria de sacrifcar mas tarde su porvenir por
dar a sus conciudadarios una patria que, pródiga para con
todo el mundo, solo para con él no ha usado de largueza ni
favores".
EI progenitor de Duarte apoyó las
actividades patrióticas de sus hijos, Vicente y Juan Pablo,
y a este último le facilitó una habitación del local de la
ferretería que poseía para que iristalara en elIa una
escuela, y el 29 de Julio del 1843, vendió una casa de
su
propiedad para ayudar económicamente a Juan Pablo que en
esa ocasión era víctima de la persecución haitiana.
La madre de Duarte fue una
mujer de grandes virtudes que se identificó moralmente
con sus hijos y compartió plenamente con ellos sus triunfos.
y sus fracasos. El padre de Duarte murió en la. ciudad de
Santo Domingo eI 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte
ausente del pais y su madre en Caracas en el 1858, durante
el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.
Vicente Celestino Duarte nació en el 1802
probablemente en Mayaguez. Desde muy joven se dedicó al
comercio maderero, a la
venta de reses y los
negocios de tienda en San José de los Llanos. Clemente
Sosa, que lo conoció en su ancianidad dice que "tenía la
mirada de hombre inteligente y bueno" y que era "muy
entendido en todo" . Adoctrinado en
política por su hermano Juan Pablo fue de los fundadores
de La Trinitaria, y cuando la persecución de Charles Herard
permaneció oculto en el este. En el 1843, en unión de Fco.
del Rosario Sánchez, le dirigió una misiva a Duarte en la
que recursos para la lucha revolucionaria aunque fuera "a
costa de una estrella del cielo". Cuando Juan Pablo le envía
a su familia la célebre
carta en la que le proporie la venta del
patrimonio que ésta ha recibido a
la muerte del padre, Vicente Celestino acon onseja a sus
familiares acceder a la petición del Apostol, y logra ser
escuchado. Vicente Celestino participó en la sublevación del
27 de Febrero del 1844 y formó parte de la comisión que
intervino en la capitulación de las autoridades haitianas.
En el I844 Santana lo deportó a los
Estados Unidos y de allí pasó a
Venezuela aI cabo de dos meses. En el 1848 retornó al
pais acogiéndose a la amnistía que dispuso el Congreso
Nacional en favor de los febreristas. Del 1854 al 1856
Vicente Celestino vivió en Los Llanos dedicado a sus
negocios. En el 1857 fue nombrado diputado a la Asamblea
Revisora de Moca, que reformó la
constitución en sentido liberal. Cuando se realizó la
Anexión se marchó a Caracas, donde se reunió con Duarte, y
luego regresó a la Patria en el 1864, en compañía del
Apostol. El 23 de Abril del 1864 es designado pagador de las
tropas restauradoras en Bermejo. Y en el ataque· restaurador
a San José de Los Llanos mereció el elogio de Luperón por su
valor. Pasó los últimos años de su vida en Los Llanos,
donde era muy querido y respetado, y allí falleció
habiéndose perdido el recuerdo de su tumba. Juan Pablo,
aunque no era el primogénito, logró convertirse en el
personaje principal de
la familia; siendo apoyado y secundado por sus padres y
hermanos, en todas sus actividades patrióticas y
políticas.
Cuando Duarte tuvo que marcharse al
extranjero en el 1843, su padre puso el negocio a nombre de
su hijo Manuel y de su nieto Vicente María Duarte, hijo este
último de Vicente Celestino. Ambos le servían de auxiliares
y se encargaban de llevar las
cuentas, y hacer los cobros Manuel era entonces un joven
de 18 anos, que aunque probablemente fuera debil de
cerebro, lucía normal, como lo prueba el hecho de ayudar
a su padre en las labores mencionadas. Pero cuando en el
1845 se vió obligado a acompañar a la familia en el
destierro, perdió la razón y estuvo demente muchos años.
Cuando sus hermanas Rosa y Francisca se disponían a regresar
al pais, invitadas por el
Gobierno Dominicano, tuvieron que desistir de tal cosa
porque Manuel se negó a volver a su Patria y sus hermanas no
quisieron dejarlo abandonado. "Ni aun en su demencia quiso
Manuel Duarte volver a
la tierra de donde fue arrojado con tal siniestra saña,
que le hizo como a Juan Isidro Pérez, perder la
luz de la razón". Existe otro procer en la familia
Duarte al que no se le ha dado la importancia que merece. Se
trata de Enrique Duarte hijo de Vicente Celestino. No
sabemos con
seguridad la fecha de su nacimiento, pero como sus
padres se casaron en el 1822 debió de haber nacido en el
1823. Iniciado en la política por su tío Juan Pablo, al
igual que su padre, se convirtió en un valioso colaborador
de ambos y en un ferviente patriota. En el 1843 ayudó a
Duarte en sus trabajos conspirativos en Venezuela. . En el
1844 participó en el consejo de familia que conoció de la
petición de ayuda económica hecha por Duarte. En ese mismo
año actuó en la sublevación del 27 de Febrero y acompañó a
Eusebio Puello en las
operaciones de la toma de la
aduana y del puerto. Posteriormente fue desterrado a los
Estados Unidos junto con su padre, y de allí pasó a
Venezuela, donde acabó sus dias.
Rosa fue una gran admiradora y
colaboradora de su hermano. Y de ella dice Jose Gabriel
García: "Mujer de talento natural y de virtudes
sobresalientes, supo conservar hasta el fin de sus días en
estado de pureza, todos los sentimientos nobles y
delicados que le inculcaron sus padres con una
educación esmerada; habiendo rendido siempre un culto
especial al que entre sus deudas era don natural: el
patriotismo, que no pudieron mitigar en ella, ni la
justicia de los hombres, ni el rigor del infortunio. "Es
fama que nunca llegó a maldecir a los autores del perpetuo
destierro a que se vió condenada. con su virtuosa familia,
ni aún en los momentos de mayor angustia, ni en medio de las
mayores zozobras; siendo de notar que sólo alzó al cielo las
manos virginales con que ayudó a hacer los cartuchos y a
confeccionar las balas que se usaron en el pronunciamiento
de la Puerta del Conde, para bendecir los triunfos
nacionales y dar gracias a Dios por la conservación de la
existencia de la República, objeto carísimo de sus encantos
y desvelos" De los Duarte el único que formó familia fue
Vicente Celestino. Los demás murieron solteros. Rosa Duarte
fue la prometida de Tomás de Ia Concha y de ella se dice que
prefirió acompañar a su madre en eI destierro antes que
casarse con su prometido. De Francisca, Filomena y Sandalia
diremos que la primera acompañó a su hermana Rosa hasta que
la
muerte se la llevó de su lado, en el 1889, y que al año
siguiente la siguió a la tumba. De Filomena no tenemos.
ninguna
información, y de Sandalia, la menor, diremos que
falleció muy joven, probablemente a
principios del I844; porque según Rosa participó en el
consejo familar que se celebró en ese año.
El 19 de Marzo del 1845 Santana expulsó
del pais a la familia Duarte. Aludiendo a esto dice el
fundador de de La Trinitaria: "...Supe que se habían
expulsado algunas familias, y que como Rivier el año
anterior; en el presente mi familia que se componía (porque
los rnayores de 25 años estaban desterrados a perpetuidad)
de mi anciana madre, cuatro hermanas, la mayor apenas
contaba con 16 años, y cuatro niños el mayor de trece..."
Refiere Rosa: Duarte que "cuando el Sr. Arzobispo Dr. Tomas
de Portes, eI Pbro. Dr. Bonilla, Don Francisco Pou y otros
preguntaban a la Junta Suprema la causa por qué se
desterraba a una respetable anciana con sus niñas,
amenazándolas en el pasaporte con que si no embarcaban el
Gobierno se veria en el caso de emplear medidas coercitivas
(?) Bobadilla les contestó: "Ellas fabricaron balas para la
Independencia de la Patria, con más razón no escasearán
medios ni recursos para la vuelta del hermano que lloran
ausente". ¿Por qué eligió la familia Duarte a Venezuela y no
a Puerto Rico,
Cuba o Curazao, que eran lugares más cercanos?... Porque
la madre de los Duarte tenia familares en ese pais que
podrian ayudarlos en el destierro. El 6 de Abril del 1845
Duarte se reunió con su desterrada familia. Veamos, a.
continuacion, como nos describe el encuentro con ella y el
comentario que hizo al enterarse de los sucesos: "Abracé a
mi querida madre y hermanos en la Güaira y legué a ese Dios
de justicia el castigo a tanta iniquidad, a tanta maldad...".
Con la ayuda de su negocio el padre de Duarte adquirió una
modesta fortuna que situó a su familia dentro de la pequeña
burguesía de su época. Parece que entre los comerciantes de
la ciudad de Santo Domingo gozaba de una buena reputación,
de la que se hace eco Duarte en
la carta que le dirigiera a su familia desde Curazao en
el 1844, ya que en ella menciona el ilimitado
crédito de su padre.
La situación económica de la familia
Duarte en Venezuela parece haber sido bastante buena del
1845 al 1867 porque Rosa Duarte en el 1865 compró una casa
en Caracas, que diez años después vendió, y el propio Duarte
al hablar de las diligencias que realizara para venir a la
Patria, en el 1864, dice: "...a mi vuelta a Caracas vendí
una casita en mil cien pesos::." Y en una acta notarial del
1867 aparece Duarte comprando una casita en Caracas. Parece
que a partir del 1875, cuando los quebrantos de Duarte se
agravaron, la situación económica de su familia se hizo
sumamente mala. El Prócer pasó un año en lecho y con tal
motivo sus hermanas tuvieron que hacer grandes sacrificios
económicos y contraer deudas. Todavía en el 1879, o sea,
tres anos despues de la muerte de Duarte, le decían al
Ayuntamiento de Santo Domingo, en carta que le escribieran a
éste, que "aun no habían podido pagar los
gastos de su última enfermedad y entierro..." En el
1883, José Prudencio Diez, tío de las hermanas Duarte, se
dirigió. al Congreso Nacional en solicitud de ayuda para
ellas, alegando que se encontraban "solas en
tierra extranjera, sin abrigo y sin pan, rodeadas de las
sombras de la miseria con un hermano menor a quien el
horrible golpe del 44 que hirió gravemente a toda la familia
hizo de él víctima especial privándole del uso de la razón".
En Agosto deI 1884, o sea, ocho años después de la muerte de
Duarte, el Congreso Nacional dispuso que se les asignara a
las hermanas Duarte, que ya eran unas ancianas, una pensión
vitalicia de 45 pesos mensuales y se les diera la suma de
dos mil pesos fuertes para que compraran una casa en Ia
ciudad de Santo Domingo. Las ancianas Duarte agradecieron en
eI alma el favor que se les hizo, pero no pudieron disfrutar
del mismo porque al negarse Manuel, el hermano demente, a
retornar a Santo Domingo, ellas como ya se dijo, prefirieron
quedarse para no dejar desamparado en Venezuela a su
desgraciado hermano. Cuando en el 1884 el Ayuntamiento de
Santo Domingo envió una comisión a Caracas para traer a la
Patria los restos del Patricio, esta comisión pagó las
deudas de las las hermanas Duarte y en el recibo que le
entregaron a la comisión se expresaron así: "Obligadas por
las circunstancias e impulsadas por nuestro imprescindible
deber, (aunque con pena) les manifestamos que éramos
deudoras al Sr. Marcos A. Guzmán de la cantidad de
seiscientos pesos sencillos que nos había suministrado para
atender a los muchos gastos que por espacio de un año
tuvimos que sufragar en la asistencia de la penosa
enfermedad y mas después en el entierro de nuestro hermano
el General Juan Pablo Duarte (Q.D.E.P.). En virtud de
nuestra manifestación los honorables diputados del ilustre
Ayuntamiento de nuestra patria en su nombre y representación
de nuestros conciudadanos nos ofrecieron y entregaron dicha
cantidad mas arriba expresada, la que nosotras altamente
reconocidas aceptamos, y con la cual hemos pagado al Sr.
Marcos A. Guzman, la sagrada deuda contraída por nosotras en
el penoso y luctuoso lapso que tuvo por término vernos
arrebatar (cuando menos lo esperábamos) el único bien que
nos quedaba en la tierra. Con la muerte de Manuel Duarte en
el 1890 se extinguió la familia del Apóstol habiéndose
legado a la posteridad un vivo ejemplo de patriotismo,
abnegacion y templanza.
No quedaría completo este estudio de la
familia Duarte si omitiéramos a sus tíos maternos Mariano y
José Prudencio Diez, que ayudaron generosamente a sus
sobrinos en diferentes formas. Mariano Diez nació en Santa
Cruz del Seibo el 24 de Septiembre del 1794. Se trasladó a
Caracas muy joven y allí vivió varios años. En el 1844,
cuando Duarte fue a Caracas ayudó a su sobrino en sus
actividades patrióticas. En el 1844 regresó al país
trayéndole a la Junta Central Gubernativa una cantidad de
dinero que como donativo voluntario le remitieron varios
dominicanos residentes en V enezuela. . Duarte comenta así
lo anterior: "Y mientras yo rendía en mi inicuo destierro
gracias a la Divina Providencia porque me habia permitido
ver transcurrir el año sin menoscabo de esa independencia
tan anhelada; en mi ciudad natal santificaban tan memorable
día los galos cubriendo de
sangre y lutos mis amantes lares arrastrando cuatro
nobles víctimas a infando suplicio".
El Apostol permaneció algunos días más en
Saint Thomas donde parece que se enteró de la expulsión de
su familia y de la resolución de ésta de irse a residir a
Venezuela porque se marchó a dicho país, el 6 de Abril de
1845 se reunió con ellos en el puerto de La Güayra. Todo
parece indicar que Duarte volvió a Saint Thomas, por última
vez, el 28 de Junio de 1864, para entrevistarse con Melitón
Valverde, nombrado por el Gobierno Restaurador, al igual que
él, Ministro Plenipotenciario de la Republica ante los
gobiemos de Venezuela, Nueva Granada (Colombia)
y Perú. Duarte permaneció esta vez varios días en Saint
Thomas, y después de hacer algunas diligencias, se trasladó
a Curazao a continuar sus gestiones diplomáticas. Saint
Thomas ocupa un lugar señero en el via crucis de Duarte y es
posible que en más de una ocasión rememorara los amargos
momentos que pasó en esa tierra que fuera testigo de su
desesperacion y su impotencia, al ver la Patria en manos de
los enemigos de su Independencia.

Juramento Trinitario
En el nombre de la Santísima,
augustíisima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente:
juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de
nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi
persona, vida y
bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano
y e implantar una república libre, soberana e independiente
de toda dominación extranjera, que se denominará República
Dominicana; la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos,
encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca.
Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las
palabras sacramentales:
Dios, Patria y
Libertad.
Asi lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal
hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuenta, y mis
consocios me castiguen el perjurio y la traición si los
vendo
La Independencia Nacional Siendo la Independencia
Nacional la fuente y garantia de las libertades patrias, la
Ley Suprema del pueblo dominicano es y será siempre su
existencia política como Nación libre e independiente de
toda domina- ción, protectorado, intervención e influencia
extranjera, cual la concibieron los Fundadores de nuestra
asociación política al decir el 16 de julio de 1838, DIOS,
PATRIA Y LIBERTAD, REPUBLICA DOMINICANA, y fué proclamada el
27 de febrero de 1844, siendo, desde luego, asi entendida
por todos los pueblos, cuyos pronunciamientos confirmados y
ratificados hoy; declarando además que todo gobernante o
gobernado que la contraríe, de cualquier modo que sea, se
coloca ipso facto y por sí mismo fuera de la ley.
Patriotismo
Nunca me fue tan necesario como hoy el
tener
salud,
corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin
corazón conspiran contra la salud de la Patria.
Mente sana en cuerpo sano.
Procuraré conservarme bueno, conservaré
mi corazón y mi cabeza.
Patria libre
Dios ha de concederme bastante fortaleza
para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre,
independiente y triunfante
Las ideas
Hay palabras que por las ideas que
revelan llaman nuestra
atencion y atraen nuestras simpatias hacia los seres que
las pronuncian.
Providencialismo
Los providencialistas son los que
salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada
los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
Justicia.
E1 buen dominicano tiene hambre y sed de
la justicia ha largo
tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma
Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; y
entonces, iay! de los que tuvieron oidos para oir y no
oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron...;la
Eternidad de nuestra idea! porque ellos habrán de oir y
habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oir ni ver
jamas.
Los libertos.
En lo que no estan de acuerdo nuestros
libertos es en lo del amo que quieren imponerle al pueblo.
Trabajo.
Trabajemos por y para la patria, que es
trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Trabajemos, trabajernos sin descansar, no hay que perder la
fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa y en nuestros
propios brazos.
Patriotismo
Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir
sin Honor.
Aprovechar el tiempo
Aprovechemos el tiempo!.
Amistad.
Tienes amigos? Prepáralos, porque los
días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a
sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del
juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero si
justiciero.
Enemigos de la Patria.
Los enemigos de la Patria, por
consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas
ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso
aniquilar a la Nación entera .
Los orcopolitas.
No somos más que unos ambiciosos que
independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos
talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que
ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y
virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo,
hasta llamar al extranjero;
muestra inequívoca de lo muy amado que serán por la
justicia con que han procedido y procederán para con Dios y
la patria y la libertad del dominicano.
La Ley.
Toda ley no declarada irrevocable es
derogable y también reformable en el todo o en parte de ella.
Toda ley no derogada clara y terminantemente, se considera
vigente. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto
retroactivo. Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la
ley vigente y anterior a su
delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena
que la establecida por las
leyes y en la forma que ellas prescriban. Lo que la ley
no prohibe, ninguna persona, sea o no sea
autoridad, tiene derecho a prohibirlo. La ley, salvo las
restricciones del derecho, debe ser conservadora y
protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del
individuo. Para la derogación de una ley se guardarán los
mismos trámites y formalidades que para su formación se
hubieren observado. La ley es la regla a la cual deben
acomodar sus actos, asi los gobernados como los gobernantes..
Poder.
Ningun
poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.
Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado
por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a
cada uno lo que en derecho le pertenezca.
Soberanía
Toda ley supone una autoridad de donde
emana, y la causa eficiente y radical de ésta es, por
derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de
su
soberanía.
La delación
Se prohibe recompensar al delator y al
traidor, por más que agrade la traición y aún cuando haya
justos motivos para agradecer la delación.
Filantropía.
La Nación está obligada a conservar y
proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad
personal, civil e individual así como la propiedad y
demás
derechos legítimos de todos los individuos que la
componen; sin olvidarse para con los extraños, a quienes
también se les debe justicia de los deberes que impone la
filantropía.
Derechos y deberes La ley es la que da al
gobernante el derecho de mandar e impone al gobernado la
obligación de obedecer.
Autoridad ilegítima.
Toda autoridad no constituída con arreglo
a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno
a gobernar ni se está en la obligacidn de obedecerla.
La Nación.
La
Nacion dominicana es la reunión de todos los dominicanos.
La Nación dominicana es libre e independiente y no es ni
puede ser jamás parte integrante de ninguna otra
Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna
propia ni mucho menos extraña.
Religión.
La
religión predominante en
el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica,
sin perjuicio de la libertad de conciencia y
tolerancia de cultos y de
sociedades no contrarias a
la moral pública y caridad evangélica.
El proscripto
Arrojado de mi
suelo natal por ese bando parri- cida que empezando por
proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha
concluído por vender al extranjero la Patria, cuya
independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado
durante veinte años la vida nómada del proscripto.
Vuelta a la Patria.
Sonó la hora de la gran traición... y
sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el
Señor allanó mis caminos.
Perseverancia.
No he dejado ni dejaré de trabajar en
favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre,
mas de lo que puedo; y si no he hecho ahora todo lo que debo
y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio,
es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo
hago con las manos.
Los traidores.
Mientras no se escarmiente a los
traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos
serán siempre víctima de sus maquinaciones.
Autoridad E1 Gobierno debe mostrarse
justo y enérgico...o no tendremos Patria y por consiguiente
ni libertad ni independencia nacional.
Nacionalismo.
Nuestra Patria ha de ser libre e
independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.
Los proteccionistas.
En Santo Domingo no hay más que un pueblo
que desea ser y se ha proclamado independiente de toda
potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se
ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del
pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus
intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y
hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de
como es en realidad; esa fracción, o mejor diremos esa
facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la
ve en nuestra
historia, representante de todo partido antinacional y
enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y si
no, véase ministeriales en tiempo de Boyer y luego
rivieristas, y aun no habia sido el 27 de Febrero, cuando se
le vió proteccionistas franceses y ms tarde anexionistas
americanos y después españoles. Fe patriotica Ahora bién, si
me pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio
de 1838, cuando los nombre de Patria, Libertad Honor
Nacional se hallaban proscriptos como palabras infames, y
por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte
por esa facción entonces haitiana, y por Riviére que la
protegia, y a quien engañaron; si después, en el año de 1844
me pronuncié contra el Protectorado francés, decidido por
esos facciosos, y cesión a esta Potencia de la Peninsula de
Samaná mereciendo por ello todos los males que sobre mi han
llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto
espontaneamente a mi Patria a protestar con las
armas en la mano contra la anexión a
España llevada a cabo a despecho del voto nacional por
la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de
esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen
dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan
solo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos,
sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo
tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en
lo más mínimo nuestra Inde- pendencia Nacional y a cercenar
nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo
Dominicano.
Causa de la Patria.
Por desesperada que sea la causa de mi
Patria, siempre sera la causa del honor y siempre estaré
dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
La generación venidera.
El
amor de la patria nos hizo contraer compro- misos
sagrados para con la generación venidera; necesario es
cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el
tribunal de la Historia con el honor de hombres libres,
fieles y perseverantes.
Concordia.
Sensible a la honra que acabáis de
hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la primera
Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que
saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras
esperanzas, no por la gloria que de ellos me resultaría,
sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres,
felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y
armonía Ilenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente
los deberes que habéis contraído para con DIOS, para con la
PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros mismos.
Ser justos.
Sed justos lo primero, si queréis ser
felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y
así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros
enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la
mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres,
felices, independientes y tranquilos.
La Política.
La política no es una especulación; es
la Ciencia más pura y la máas digna, después de la
Filosofía, de ocupar las
inteligencia nobles.
El buen ejemplo.
Lo poco o mucho que hemos podido hacer o
hiciéramos aún en obsequio de una Patria que nos es tan cara
y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores;
y este consuelo nos acompañará en la tumba.
La
juventud.
Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza
de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa
carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar
cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración. políhca,
de nuestra independencia nacional, única garantia de las
libertades patrias. Dios, Patria y Libertad Seguid, repito,
y vuestra gloria no será mejor por cierto que la de aquellos
que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan
santa
empresa vajo el lema venerable de Dios, Patria y
Libertad, que son los principios fundamentales de la
República Dominicana.
Dominicanos y haitianos.
Entre los dominicanos y los haitianos no
es posible una fusón. E1 pueblo haitiano Yo admiro al pueblo
haitiano desde el momento en que, recogiendo las páginas de
su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra
poderes excesivamente superiores y veo cómo los vence y como
sale de la triste condición de esclavo para cons- tituirse
en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de
dos virtudes eminentes,
el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos
que en tantas ocasiones han vertido gloriosamente su sangre,
¿lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en
premio de sus sacrificios le otorguen sus dominadores la
gracia de besarles la mano?.
Proteccionismo.
Si los españoles tiene su monarquía
española, y
Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han
constituído la Republica Haitiana, ¿por qué han de estar los
dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a
los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los
demas?.
Demagogia.
Nada hacemos con estar excitando al
pueblo y conformamos con esa disposición, sin hacerla servir
para un fín positivo, práctico y trascendental.
La Cruz.
No es la cruz el signo del padecimiento:
es el símbolo de la redención.
Bien general Puesto que el Gobierno se
estableoe para bién general de la asociación y de los
asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser
siempre y antes de todo, propio y jamás ni nunca de
imposición extraña, bien sea ésta directa, indirecta,
próxima o remotamente; es y deberá ser siempre popular en
cuanto a su origen; electivo en cuanto al modo de
organizarle; representativo en cuanto a su esencia y
responsable en cuanto a sus actos.
Justicia
Ninguno podra ser juzgado en causas
civiles y criminales por ninguna comisión, sino por el
Tribunal competente determinado con anterioridad.
Retorno a la Patria
Si he vuelto a mi patria después de
tantos años de ausencia, ha sido para servirla con alma vida
y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre
todos los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo,
ni manzana de la discordia. Las espinas y abrojos que le
tocó vivir a JUAN PABLO DUARTE no le impidían que la poesia
se anidara en su alma sensible para mitificar su existencia
de sufrimientos y angustias. He aqui dos de sus hermosas
inspiraciones dignas de
figurar en el parnaso más distinguido.
Unidad de las razas Los blancos, morenos,
cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la
Patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que
somos hermanos.
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Medalla orden de Duarte
(Feb 1931) |
La Casa de Duarte |
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Tumba de los padres de
la patria
(Parque Independencia Santo Domingo, RD ) |
E1 Martirio

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Por la Cruz, por la Patria y
su gloria
denodados al campo marchemos:
si nos niega el laurel la victoria,
del martirio la palma alcancemos...
El Esclavo
E1 esclavo soporta su suerte
Aunque oprobia su triste vivir,
Pero el libre prefiere la muerte
A1 oprobio de tal existir.
LA CARTERA DEL PROSCRITO
Cuan triste, largo y cansado,
cuan angustioso camino,
señala el Ente divino
al infeliz desterrado.
Ir por e1 mundo perdido
a merecer su piedad,
en profunda oscuridad
el horizonte sumido.
Que triste es verlo pasar
tan apacible y sereno,
y saber que allí en su seno
es la mansión del pesar.
EI suelo dejar querido
de nuestra
infancia testigo,
sin columbrar a un amigo
de quien decir me despido.
Pues cuando en la tempestad
se ve perder la esperanza,
estréllase en la mudanza
la nave de la
amistad.
Y andar, andar errabundo,
sin encontrar del camino
el triste fin que el destino
le depare aquí en el mundo.Y recordar y gemir
por no mirar a su lado,
algún objeto adorado
a quien ¿ te acúerdas? decir.
Llegar a tierra extranjera
sin idea alguna ilusoria,
sin porvenir y sin gloria,
sin penares ni bandera.
SUPLICAS
Si amorosos me vieran tus ojos
acabarían mis penas en bien,
pues quitaras asi de mi sién
la corona que ciñe de abrojos.
Y a mi pecho volvieras la calma
que otro tiempo gozó placentero,
y hoy le niega el destino severo
insensible a las penas del alma.
No le imites, señora, te ruego,
no te cause placer mi amargura,
y al mirar mi acendrada ternura
no me tomes como él el sosiego.
Que no en vano se postra mi amor
a los pies de Ia esquiva beldad;
No me digas !oh no! por piedad
que me tienes tambien en horror.
pues es tal de este amor la vehemencia,
que no obstante el rigor de mi suerte,
yo he jurado por siempre quererte. . .
a pesar de tu cruda inclemencia. |
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Cesar A. Bido P.
9/5/2000
Republica Dominicana
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JUAN PABLO DUARTE
BIOGRAFIA 2
El más
noble ejemplo a seguir por todos los que nos sentimos ser
verdaderos dominicanos, como él. Nace casi nueve años antes de
la ocupación haitiana a territorio dominicano. Viene al mundo
el 26 de enero de 1813 y la ocupación se produce en 1822.
Como era
apenas un niño a cumplir nueve años de edad, y por proceder de
una familia que se podía llamar económicamente holgada, para
él debió resultar contraproducente que, de buenas a primeras,
lo que conocía como “su país” se convirtiera en “otro País”.
Sin descontar los constantes traslados de posesión que se
verificaban con gran frecuencia entre España y Francia, en
virtud de los tratados que se firmaban. Cuando los haitianos
ocuparon la parte este de la isla, proclamaron la unificación
total, y la denominaron Haití en su totalidad.
Su madre,
doña Manuela Diez se ocupaba de educar a sus hijos (Juan Pablo
era el quinto de sus doce hijos) y se dice en los escrito
sobre su persona, que por la gran inteligencia que poseía, con
apenas siete años de edad, se sabía y recitaba el catecismo de
memoria. De esto se desprende su profunda vocación cristiana.
Todo se
tornó harto difícil, incluyendo la educación, y siendo un
adolescente sufrió lo que podríamos llamar “su primer exilio”,
cuando sus padres deciden enviarlo fuera del país si querían
que alcanzar un grado de instrucción que no iba a lograr
internamente. Aprovecharon un viaje de un amigo comerciante de
origen español llamado Pablo Pujols, y lo envían con él a la
ciudad de Nueva Cork, en Estados Unidos, además del continente
europeo. En ese periplo por Europa, conoció ciudades muy
importantes, tales como: Barcelona, París, Londres y Hamburgo.
En ese entonces no había cumplido los dieciocho años de edad.
Parte de su acervo al regreso fue hablar y escribir varios
idiomas, tales como francés, alemán, portugués, inglés y latín,
que junto al dominio del español le permitían dominar seis
idiomas.
Una
pregunta anecdótica: Yendo en el barco, un miembro de la
tripulación le preguntó por nacionalidad, contestando “soy
dominicano”; el tripulante le replicó expresando que él “eres
haitiano”. Es lógico pensar que fue herido en su orgullo
propio y patriotismo, por lo que sus deseos, tal vez ya
decisión tomada, de libertar a su pueblo, debieron verse
acrecentados y reafirmados.
Cuando
Juan Pablo Duarte realiza ese su primer periplo, corre el
siglo XIX, por lo que han transcurrido varios centenares de
años desde la Revolución Industrial y el nacimiento de las
libertades en el continente europeo y los Estados Unidos. Es
decir, que respiraba, por doquier que pasaba, aires de
libertad que debieron contrastar significativamente con lo que
conocía hasta ese momento. Sobre todo, debió parecerle
maravilloso el esquema de respeto a los derechos individuales
y colectivos, que se arraigaban con el paso de los días.
Un
lustro posterior a su partida, regresó a territorio dominicano
en el año 1833 y de inmediato comenzó a contactar a sus
antiguos amigos y compañeros, dando inicio a una campaña de
concientización que encontró el suficiente eco que la llevaría
a feliz culminación. De manera pormenorizada fue hablando con
cada uno de ellos, enfatizando sobre la obligación que se
tenía con el país para desalojar a los haitianos que de manera
irracional conculcaban las libertades de los habitantes de la
parte este de la isla.
Las
febriles actividades de Juan Pablo Duarte, todas calculadas
con la frialdad de un fino político, lo condujeron a
participar en el derrocamiento de Boyer, hecho ocurrido en el
año 1843. Una ves puesto al descubierto, el día 2 de agosto de
ese mismo año sufre su segundo destierro, pero a diferencia
del primero, este no fue para estudiar y cultivarse, sino para
escapar a la fiera persecución a la que fue sometido.
Junto a
varios de los trinitarios, abandona el país, mientras otros
también perseguidos buscan refugios para escapar de la
encarnizada cacería que contra ellos se había desatado.
No
obstante estar aparentemente separados, los trabajos en pro de
la independencia no se detuvieron, y al paso del tiempo, casi
siete meses después de su salida, se dio el grito de
independencia, el 27 de febrero de 1844 en horas de la noche.
Con el nacimiento de un nuevo día, también nació una nueva
nación bautizada desde seis años antes con el nombre de
República Dominicana.
Los
haitianos quisieron continuar aferrados a lo que
equivocadamente creían les pertenecía, pero luego de varias
batallas, casi todas encarnizadas, los dominicanos logramos
extirpar de nuestro seno ese cáncer que permaneció
aquejándonos durante 22 largos años.
Luego de
proclamada la República, el gobierno que se estableció envió
por Duarte, establecido en la isla de Saint Thomas, recibiendo
a su llegada los honores de héroe nacional, siendo designado
general del ejército. Lamentablemente aparecieron
desavenencias de algunos dirigentes que entraron en desacuerdo
con el Padre de la Patria, imponiéndose la peor parte, porque
tanto Duarte como algunos de sus seguidores fueron deportados
por Pedro Santana y Tomás Bobadilla.
Esta mala pasada terminaría con la anexión de la República
Dominicana a España en el año 1861, cuyo artífice fue Pedro
Santana.
La lucha
entonces se inició contra un elemento foráneo que se creía amo
y señor de este país. La lucha era contra un adversario de
mayor poder que el anterior que nos ocupó por 22 años. En el
año 1863 se proclama la Restauración de la República, por un
grupo de buenos dominicanos, a cuya cabeza se encontraba el
general Gregorio Luperón. De esta
hablaremos en otro apartado.
En el
año 1864 se produjo el retorno a la Patria de Juan Pablo
Duarte, integrándose a las luchas que se libraban en contra de
Pedro Santana y sus acólitos,
para evitar caer de nuevo en manos foráneas. Este proceso se
conoce en los corrillos de la historia como la Gesta de la
Restauración.
Dados los procesos independentistas que se desarrollaban en
Sur América, se pensó en que Duarte sería el mejor emisario
para buscar apoyo internacional para los revolucionarios
restauradores dominicanos. Lo enviaron a buscar ese apoyo,
siendo su labor de extraordinario valor, pero se radicó en
Venezuela, donde contrajo una enfermedad que lo postró,
muriendo lejos de la Patria de sus sueños, el 15 de julio de
1876.
Junto a Francisco del Rosario Sánchez
y a Ramón Matías Mella se le
conoce como los Padres de la Patria.
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Los Padres de la Patria
El hecho de que República Dominicana posea tres Padres de la
Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y
Matías Ramón Mella, es fruto de una negociación en uno de los
gobiernos de Ulises Hereaux, luego de que diferentes sectores,
integrados por seguidores y familiares de esos patriotas, se
disputaran la primacía de uno u otro durante la gesta
libertaria. En relación a este tema, presentamos el siguiente
trabajo.
¿Uno o varios
Padres de la Patria?
Dr. Julio Genaro Campillo Pérez
Resumido del Prólogo al libro El Mito de los Padres de la
Patria, de J.I. Jiménez Grullón.
El dominicano desde su niñez comienza a familiarse entre otras
originales costumbres, con la tradicional doctrina del número
tres. Así en el hogar aprende la existencia de los "tres Reyes
Magos": Gaspar, Melchor y Baltazar; en la iglesia, "las tres
divinas personas": Padre, Hijo y Espíritu Santo; en la
escuela, "los tres Padres de la Patria": Duarte; Sánchez y
Mella. Luego seguirá conociendo: las tres regiones naturales
que componen el país: Cibao, Sur y Este; los tres colores de
la bandera nacional: azul, rojo y blanco; las tres divisas del
lema nacional: Dios, Patria y Libertad; las tres grandes
cordilleras: Septentrional, Central y Meridional; los tres
grandes dominios fluviales: Yaque del Norte, Yuna y Yaque del
Sur; la base triple de tres miembros cada uno que constituían
la sociedad patriótica "La Trinitaria" y muchísimos otros
"tres".
En tales circunstancias, resulta un poco extraño que haya
personas que aboguen por la desaparición de los tres Padres de
la Patria, como lo propugnó Jiménez Grullón, al considerar a
dicha tríada como "mito con raíces espúreas". Cierto es, que
el tiempo y la investigación han venido lentamente socavando
semejante tríada, al extremo que no resulta aventurado afirmar
que la tendencia natural que hoy se manifiesta finalizará en
un no muy lejano día con una exterminación de esa tradición.
Espontáneamente, sin deliberación previa, en círculos
oficiales y privados, se va imponiendo, pese a algunos de sus
detractores, una figura central y superior, la figura de Juan
Pablo Duarte.
En nuestras múltiples conversaciones y contactos con personas
amantes de los estudios históricos, no importa su edad o
escuela, hemos podido apreciar la existencia con fuerza de
golpeante realidad, sin apasionamientos ni prejuicios, de un
sentimiento generalizado y abrumador que proclama a Duarte
como el único y verdadero Padre de la Patria. Y no hay que
dudar que esa corriente mayoritaria sea la causa de que, a
medida que pasa el tiempo, se vayan multiplicando los
homenajes y conmemoraciones duartianas, y en cambio, se vayan
reduciendo los mismos tributos en favor de Sánchez y de Mella.
Tal consenso no es mero capricho, soberbia inútil o ciega
obstinación. Es el fruto de la investigación serena y el
estudio desapasionado. Cuando se busca el origen de nuestra
nacionalidad y el ideal que la sustentó, cuando se busca la fé
prodigiosa que necesitó esa nacionalidad para poder subsistir
en una época en la cual se dudaba tanto de ella, se encuentra
uno, quiéralo o no, frente a frente, con Juan Pablo Duarte.
¿No es pues aquí donde debe residir la paternidad de la
Patria? Porque de ese mismo pensamiento tenaz, de esa misma
esperanza invencible, saldrían las posteriores ejecutorias,
como fueron la obra inicial del 27 de Febrero y las gloriosas
acciones reafirmadoras del 19 de Marzo y del 30 de Marzo. Como
lo serían con el correr del tiempo, las batallas de Las
Carreras, Santomé, Beller, Sabana Larga; la Restauración
Nacional, el rechazo de los proyectos anexionistas de Báez y
la resistencia a las ocupaciones norteamericanas de 1916-1924
y de 1965, así .como todos los demás gestos y acciones
nacionalistas que registra nuestra historia. No importa que
haya presencia física, porque la presencia física desaparece
en unas cuantas décadas de vida terrenal, mientras que la
Patria dura centurias y más centurias. Lo que importa es la
proyección a través del tiempo del ideal nacionalista, ése que
mantiene en todo momento la soberanía, la independencia y la
dignidad de la República. El fundador, el creador de ese ideal
que mantiene la vigencia y la realidad de la Patria, es
indudablemente el Padre.
Si la presencia de Sánchez y de Mella en la Puerta del Conde
es uno de los factores más importantes que se han tomado en
cuenta para proclamarlos Padres de la Patria, entonces
tendremos que ha habido notoria injusticia con respecto a
otros próceres dominicanos. Entonces Padres de la Patria
serían Santana por el 19 de Marzo, Imbert y Valerio por el 30
de Marzo; Bobadilla, Báez y Valencia por haber organizado
políticamente el Estado Dominicano y así sucesivamente muchos
otros pioneros de los primeros días de vida republicana.
Porque sin todos esos acontecimientos que se sumaron a su
causa, el 27 de Febrero hubiera perecido en su cuna.
En el terreno mortal la primacía de Duarte es reconocida por
sus propios contemporáneos. En la gloria y en la adversidad.
En la gloria:
-
Presidente y fundador de la sociedad La Trinitaria, 16 de
Julio de 1838;
-
Jefe del Partido liberal y nacionalista "Duartista" o "filorio";
-
Proclamada la República es inmediatamente solicitado
mediante embajada especial para que regrese a la Patria, 2
de Marzo de 1844;
-
Saludado como Padre de la Patria por el Arzobispo Portes, 15
de Marzo de 1844;
-
Comandante en Jefe del Ejército propuesto por la oficialidad
castrense de Santo Domingo, 31 de Mayo de 1844;
-
Proclamado Presidente de la República por Mella, Julio 1844.
En
la adversidad:
-
El más tenazmente perseguido por el Presidente [haitiano]
Herard, Julio 1843;
-
Sus ideales considerados como "aspiraciones criminales de
Juan Pablo Duarte y consortes", en proclama de Santana,
Julio 1844;
-
Llamado "el anarquista Duarte" y su obra juzgada como
"proyecto elaborado de antemano por el General Duarte y sus
partidarios tendiente a sustituir el pabellón dominicano con
la bandera de Colombia", en Proclama del General Pedro
Santana, 28 de Julio de 1844;
-
Declarado en primer lugar, seguido por Mella y Sánchez, como
"traidor e infiel a la Patria y como tal indigno de los
empleos y cargos que ejercía", por sentencia de la Junta
Central Gubernativa, del 22 de Julio de 1844;
-
Tachado de "joven inexperto, que lejos de haber servido a su
país, jamás ha hecho otra cosa que comprometer su seguridad
y libertades" por Tomás Bobadilla en su discurso inaugural
del Soberano Congreso Constituyente de San Cristóbal;
-
Su familia es la única del grupo trinitario que es deportada
por Santana, 3 Marzo 1845.
Algunas tradiciones señalan que en Julio de 1843, Sánchez pudo
escapar de las persecuciones del Presidente Herard y así
quedarse en el país, porque estando enfermo se simuló su
fallecimiento y su sepelio en el cementerio de la Iglesia del
Carmen de la ciudad de Santo Domingo. ¿Podría haberse podido
aplicar el mismo sistema para esconder a Juan Pablo Duarte?
¿No hubiera la autoridad haitiana realizado una investigación
a fondo del caso, para cerciorarse de la verdad de esa muerte?
Creemos que la importancia de Duarte lo ameritaba y que los
invasores hubieran podido comprobar la falsedad del truco.
Duarte es líder y apóstol, pero jamás caudillo, Líder del
Partido nacionalista, trinitario o duartista. Apóstol de la
Independencia y de la libertad dominicana. Lo único que no
quiso ser fue Caudillo, la postura más práctica en estos
medios en desarrollo para adquirir el mando e intervenir con
éxito en la política interna de un país. Por eso no triunfó
materialmente ni fué gobernante ni jefe de facción. Su alta
moralidad se lo prohibía. Su combatividad no estaba en la
guerra fratricida ni en la lucha de partidos, ni en golpes
militares, sino que se mostraba solamente, frente al
extranjero invasor y a los anti-dominicanos. Después de todo,
esa actitud era la que correspondía a un Padre, como lo era
él, al no intervenir en las reyertas intestinas de sus hijos.
Pero aunque no fué Caudillo tampoco quiso ser segundón de
Santana o de Báez, como lo fueron muchos trinitarios y
"comunicados". Prefirió el ostracismo antes que servirle a la
línea entreguista y colonialista de estos dos mandones.
La crítica histórica no puede tomar como "vara de medir" la
vida y el ejemplo de Duarte para señalar la estatura de los
demás prohombres de nuestro acontecer. En Duarte hay un
renunciación a lo material, una línea invariable al ideal
nacionalista, una postura mística, que agregan a su figura
patricia elementos conducentes a consagrar una santidad. Es
uno de los libertadores de América más inmaculados y menos
ambiciosos. No será un notable intelectual, ni una espada
famosa, ni un avezado político, dones que no estarán muy a su
alcance. Pero en dimensiones morales, en tenacidad, en labor
de propaganda y de conquista proselitista, tiene méritos
sobresalientes que lo hacen en esos campos una estrella de
primera magnitud.
Si tomáramos las medidas duartianas como ha hecho Jiménez
Grullón para enfocar los procederes de Sánchez y de Mella,
tenemos que convenir en que habrá fallos y caídas en relación
a la línea vertical que se ha empleado como modelo. Aparecerán
entonces las infidencias, las inconsecuencias, las
"traiciones" en el lenguaje agudo y analítico de Jiménez
Grullón. Pero si en cambio, estudiáramos a fondo el medio y
las circunstancias que rodearon a estos hombres, tendremos que
ser más benignos y hasta más justos, para decir la última
palabra sobre ellos.
En un país donde siempre ha brillado la intolerancia de las
ideas políticas opuestas, en una época donde había triunfado
la idea protectoralista o anexionista, en unos gobiernos en
manos de los grandes terratenientes como Santana y Báez, una
clase superior a la de los pequeños burgueses como Duarte,
Pina y Pérez, sólo se podía mantener una postura inflexible en
el exilio, como lo hizo Duarte.
Sánchez y Mella a través de sus actuaciones demostraron no
tener las dimensiones idealistas de su maestro como tampoco
cualidades de líderes o dirigentes políticos. Ellos parece que
preferían vivir en su patria, cumpliendo con sus deberes de
padres de familia y al lado de los suyos, que permanecían en
Santo Domingo no como los de Duarte, expulsados en Venezuela.
En estas circunstancias tuvieron que plegarse a Santana y a
Báez para así poder disfrutar de una relativa tranquilidad
para sus vidas y seguridad para sus haciendas, como para las
de sus parientes, por lo menos en forma temporal, ya que
también hubo más de una ocasión en que tuvieron que tomar
forzosamente el camino del destierro. Pero no obstante tales
hechos, ambos murieron en "olor de santidad”...
Ambos murieron ofrendando sus vidas a la causa nacionalista,
reivindicando sus viejos nombres de patriotas. Sánchez en un
cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel
enfermedad corno consecuencia de su participación en la guerra
restauradora. El balance de ambos es positivo, muy superior a
muchos otros de sus contemporáneos. Por eso, si no pueden
estar en las elevadas alturas de Padres de la Patria, hay que
reconocer en ellos proceridad ...
De j. marcano
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Francisco
del Rosario Sánchez
Nació el 9 de
marzo de 1817, durante los últimos años del período colonial
conocido como la "España Boba". Fue el primer hijo de la unión de
Narciso Sánchez, hombre trabajador e inteligente, tablajero de
profesión y Olaya del Rosario de Belén, ambos personas de color. En
el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como "parda libre",
lo que implica su ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso ya
era madre de un hijo a quien su compañero le dio su apellido.
Francisco nació antes de que sus padres contrajeran matrimonio.
Tanto Narciso como Olaya se preocuparon por la educación de sus
hijos aunque, sólo Francisco logró destacarse y ya a los veinte años
era un hombre de sólida formación intelectual que se hacia notar
entre la juventud de su época.
No se conoce cuando comenzó su relación con Juan Pablo Duarte pero
el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad
secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron
después de esa fecha. De todas formas, al ampliarse los trabajos de
esa organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en
quien Duarte confiaba plenamente.
Sánchez se entregó en cuerpo y alma a la causa independentista,
participando activamente en cuantas actividades reclamaban su apoyo
y su presencia. Al desatarse la insurrección la noche del 27 de
febrero de 1844, Sánchez pudo salir del escondite donde permanecía
para burlar la persecución a que estaba sometido e hizo acto de
presencia en la Puerta del Conde, entusiasmando a los conjurados con
una ardorosa arenga.
El 28 y bajo la presidencia de Tomás Bobadilla, integró una Junta de
Gobierno compuesta además por Joaquín Puello, Remigio del Castillo,
Manuel Jiménez y Matías Ramón Mella. El 8 de marzo, esta junta se
dirigió al Cónsul francés, ofreciéndole a Francia, a cambio de
ayuda, la península y la bahía de Samaná. Sánchez firmó la carta.
Se establecieron claramente dos tendencias políticas. De un lado se
encontraban los proteccionistas o conservadores que contaban con la
simpatía del Cónsul francés y el apoyo de Pedro Santana, y por el
otro, estaban los independentistas radicales, con Duarte a la
cabeza.
Cuando Matías Ramón Mella lanzó en el Cibao la candidatura de Juan
Pablo Duarte para la presidencia de la República, Sánchez se opuso,
considerándolo inoportuno. Esto casi coincidió con la marcha de
Pedro Santana al frente de sus tropas hacia la capital de la recién
nacida Republica, con el fin de asumir el mando político. Logró su
propósito y creó una nueva Junta que el 22 de agosto declaró a
Duarte, Pina, Juan Isidro Pérez y Francisco del Rosario Sánchez,
entre otros, traidores a la Patria, condenándolos al destierro. Así
se impuso la tendencia proteccionista.
Sánchez regresó al país acogiéndose a la amnistía de los expatriados
durante la administración de Manuel Jiménes y tras surgir
Buenaventura Báez como presidente, se vinculo a él. Tras el
derrocamiento de Báez por Pedro Santana, Sánchez se puso a su
servicio, olvidando que había ordenado el fusilamiento de su tía
María Trinidad Sánchez y de su hermano Andrés. En 1855 Sánchez da un
nuevo viraje y se coloca a favor de Báez, cuando éste alcanzó por
segunda vez la presidencia de la República. En 1857 nuevamente se
relaciona con Santana, aunque por breve tiempo. Cuando Santana
produjo la anexión del país a España, Sánchez condenó la acción y se
lanzó una vez más a la lucha armada para evitar la consumación del
propósito.
Invadió la República por la zona fronteriza sureña pero víctima de
una traición, fue hecho prisionero por las tropas de Santana y
juzgado en San Juan de la Maguana por un Consejo de Guerra. Pidió
que su defensa estuviese en manos de oficiales españoles pero no fue
complacido. Tuvo la entereza de asumir la responsabilidad total de
los acontecimientos. Fue condenado a muerte y, herido como se
encontraba e imposibilitado para caminar, Sánchez fue llevado en
silla de manos al lugar de la ejecución, demostrando hasta el
momento de morir un gran valor. El cumplimiento de la sentencia
estuvo a cargo del general Abad Alfau Sánchez. Fue ejecutado el 4 de
julio de 1861.
La vida de Sánchez puede ser dividida en tres periodos: el
pre-independentista donde se destacó como un discípulo de Duarte,
abrazando el nacionalismo integral y el liberalismo de su maestro;
el de la primera república, donde dio la espalda a estos principios
dando muestras de inconsecuencia política puesto que sirvió tanto a
Báez como a Santana, a sabiendas de que ambos perseguían el
coloniaje, y por último cuando vuelve por sus viejos lauros para
morir como un héroe en la defensa del ideal patrio. Es claro que,
aunque cometió graves errores en diferentes momentos, su destino
final lavó el recuerdo de una gran parte de ellos.
CORTESIA DE
TERRA.COM
Matías Ramón Mella
Nació el 25 de
febrero de 1816, fruto de la unión matrimonial de Antonio Mella
Alvarez y Francisca Castillo Alvarez. No existe documentación
informativa sobre los centros donde cursó sus estudios durante las
dos primeras décadas de su existencia pero, lo cierto es que llegó a
poseer una amplia instrucción que lo capacitó para el desempeño de
muchos menesteres. Contrajo matrimonio con María Josefa de Brea,
perteneciente a una familia burguesa importante, aunque ninguno de
los dos aportó grandes bienes al matrimonio, según hace constar en
el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue ya casado, cuando al
parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos por vía
hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.
A su clara inteligencia y una admirable organización mental, unía un
intrépido carácter, osado y valeroso, una particular intuición para
la estrategia bélica, y dotes diplomáticas. Dominaba el francés.
No se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada
la Sociedad Secreta "La Trinitaria", se adhirió a ella en calidad de
"comunicado" , junto a Francisco del Rosario Sánchez y Félix María
Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones
excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo
cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a
un acuerdo con los dirigentes haitianos cuando se organizaba el
movimiento de la Reforma (paso previo para alcanzar la
independencia). Mella alcanzó un éxito total.
Al estallar la rebelión independentista la noche del 27 de febrero
de 1844, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la
Misericordia, partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta
del Conde, donde es proclamada la República e izada la Bandera
Dominicana.
Cuando el general Pedro Santana en sus afanes colonialistas desata
la persecución a los seguidores del ideario Duartiano, Mella es
apresado y desterrado. Volvió al país en 1848 amparado por la
Amnistía decretada por el Presidente Manuel Jiménez. Cuando Faustino
Soulouque invade el país, Mella se incorporó al Ejército,
destacándose en la famosa Batalla de Las Carreras, tras la cual hace
las paces con Santana, a pesar de que lo había apresado y deportado
anteriormente. Por un tiempo Mella pareció olvidarse de los ideales
duartianos y desempeñó varios cargos entre los cuales se encontró la
presentación a España de la alternativa entre el protectorado del
país o el reconocimiento de su independencia. Sin embargo,
arrepentido de su actuación, cuando en 1860 tiene noticias de los
planes de Santana para proponer la anexión de la República a España
se disgustó con él, oponiéndose rotundamente al proyecto, siendo
nuevamente encarcelado y 72 días más tarde deportado una vez más.
Días antes de desatarse la epopeya Restauradora retorna a Santo
Domingo, sumamente enfermo, razón por la cual se le permitió
desembarcar y tan pronto se dio el grito de Capotillo, partió hacia
San Francisco de Macorís para integrarse a las luchas del pueblo en
armas. El 17 de marzo de 1864 fue electo Vicepresidente de la
República, ya en las proximidades de su muerte que habría de
producirse el 4 de junio de ese año en la ciudad de Santiago,
semidestruida por un incendio. Antes de morir tuvo la alegría de
abrazar a Duarte nuevamente, su viejo maestro, cuyas prédicas había
vuelto a obedecer. Pidió que lo enterraran envuelto
en la Bandera Nacional y, así se hizo.
Fuentes y
Colaboradores
Ramón Barros,
Yokasta Vasquez,
Angel García,
Amada Vargas,
Reginaldo Atanay, Miguel Franjul,
Etzel Báez,
Claudio Hanley, El Nuevo Diario, Tiberio Castellanos, Terra.com, salcedo.com
y
otros que desean permanecer en el
anónimato.
Le agradeceremos
si firma nuestro
libro de visitantes

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